Consideración sacerdotal
“La Santísima Virgen María debe ser modelo de pureza y castidad para el sacerdote, de tal forma que, en un mundo erotizado y sexólatra, el sacerdote pueda ser un vivo testimonio de cómo el amor de Dios llena su vida y cómo con la ayuda de la gracia, y una sana ascesis y disciplina, puede superar las tentaciones de la carne y del mundo en que vivimos.
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Sin olvidar el rezo cotidiano del rosario, arma que lo defiende del mal e instrumento que lo eleva hacia la contemplación de los misterios de Cristo vistos y meditados por la misma Virgen María.
Y la devoción y cariño del sacerdote a la Virgen María lo llevarán innegablemente a Cristo, pues, como les sucedió a los Magos en Belén, al llegar a adorar al Niño Jesús lo encontraron en los brazos de su Madre. El sacerdote debe ser también consciente de esto”.
(P. Enrique Eguiarte, OSA).