31. SAN AMBROSIO de MILÁN – VI

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De aquella experiencia de asedio imperial, y de los cantos, surgirá el conocido como “canto ambrosiano”.

Este ejemplo de valor a la fe no pasó desapercibido para San Agustín, quien estuvo en Milán entre el 384 y 386, y finalmente recibiría el bautismo de manos de San Ambrosio.

Ejemplos como el suyo ilustraron la convicción que ya era casi mayoritaria en estos años finales del Imperio: el viejo paganismo se había agotado en la corrupción y en la confusión, y ya no tenía fuerzas para sostener a Roma, mientras que el cristianismo hacía reverdecer con nueva savia los grandes valores que habían edificado el Imperio.