Los primeros en utilizar la cruz como instrumento para aplicar la pena de muerte fueron los persas, que dominaron todo el Oriente próximo durante los siglos VI-IV a. C.
El motivo de que idearan este suplicio parece ser el siguiente: para los persas, la tierra estaba consagrada al dios Ormuz; colgando al ajusticiado de un madero evitaban que el cuerpo de éste manchase la tierra.
También fue utilizada la cruz por los fenicios y cartaginenses.
Luego, las conquistas de Alejandro Magno (s. IV a. C.) y las guerras púnicas la introdujeron en el mundo grecorromano, donde se usó como medio de ajusticiamiento, individual o colectivo, de los vencidos, los insurrectos, los esclavos, y en ocasiones también de los hombres libres.
En Roma, antes que existiese la crucifixión propiamente dicha, los esclavos podían ser atados a un timón de carreta y azotados hasta morir.