ECOMODERNISMO – 5

by AdminObra

El movimiento “ecomodernista” propone intensificar –no reducir, como propone el ecologismo tradicional- nuestra transformación del planeta. Según ellos, hacer más intensivos biotecnológicamente los procesos agrícolas o energéticos conducirá a lo que denominan un “buen antropoceno”.

El término “antropoceno” designa las repercusiones que tienen en el clima y la biodiversidad tanto la acumulación de gases de efecto invernadero como los daños irreversibles ocasionados por el consumo excesivo de recursos naturales.

Por eso se una cada vez más la expresión “época antropocena” para especificar una evolución en el ambiente que es de origen humano.

Así, el “ecomodernismo” –o ecopragmatismo- postula que la tecnología y la innovación es nuestra aliada para desacoplar el desarrollo económico y social del impacto ambiental negativo que suele generar. Creen que la tecnología es la última esperanza de salvar el planeta. Para ello, el futuro de la humanidad dependerá de nuestra creatividad en el desarrollo de formas más avanzadas de tecnología.

Mientras que muchos ecologistas clásicos quieren vivir armónicamente con la naturaleza, los ecomodernistas quieren cortar los vínculos entre la humanidad y la naturaleza.

Visten su ecologismo con orgullo, pero están a favor de la energía nuclear, la agricultura modificada genéticamente, las megafábricas, la urbanización y la geotecnología del planeta para “evitar” los cambios climáticos.

Sus propuestas se podrían resumir diciendo: adaptación al cambio climático basada en la racionalización y el desarrollo tecnológico que construya un horizonte de crecimiento económico desmaterializado en un planeta con territorio, materiales, energía inagotables para los fines humanos y compatibles con el desarrollo de espacios de conservación animal y vegetal.

Es un utopismo tecnológico y de esperanza ciega en el desarrollo tecnológico para resolver los problemas del planeta.

 

Por el contrario, desde la fe, la naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad. Ella nos precede y nos ha sido dad por Dios como ámbito de vida. Nos habla del Creador y de su amor hacia la humanidad. Está a nuestra disposición no como un “montón de desechos al azar”, sino como un don del Creador.

Es contrario al verdadero desarrollo considerar la naturaleza como más importante que la persona humana. Esta postura conduce a actitudes neopaganas o panteístas. La salvación humana no viene de la naturaleza.

Tampoco se trata de refutar la posición contraria, que mira a su completa tecnificación, porque el ambiente natural no es solo materia disponible a nuestro gusto, sino obra admirable de un Dios que hemos de guardar y cultivar y cuidar.