Hoy volvemos a acudir a la teología de Michael Schmaus, la cual, incluso, fue pensada como fuente de oración y contemplación de las verdades dogmáticas reflexionadas, y meditadas. Hoy leeremos unas breves líneas sobre la ayuda de los Bienaventurados del Cielo en favor de todos nosotros.
“La comunidad que une a los bienaventurados entre sí implica también a los cristianos que peregrinan todavía por la tierra. Los bienaventurados, aunque se hayan apartado de la historia, siguen estando visiblemente unidos con gran intimidad con quienes se encuentran todavía peregrinando ente el tiempo y la eternidad. Este hecho nos es asegurado en el dogma de la Comunión de los Santos.
La unión de los bienaventurados con los que todavía peregrinan por la tierra se manifiesta en el amor y en las oraciones que les dedican. Como están libres de todo egoísmo y poseen un amor inalcanzable en esta vida, ya que arden del amor infinito de Dios, pueden estar unidos a los que peregrinan por la tierra con una intimidad que supera todas las posibilidades terrenas. Su amor tiende al verdadero bien de los amados por ellos en Dios y en Cristo. Están, por tanto, llenos del anhelo de que en todos los que viven todavía se impongan la santidad y verdad, el amor y la justicia de Dios y todos alcancen la salvación. Con este deseo siguen y acompañan los destinos de los vivos y los encomiendan a Dios, que es el Amor. Este amor activo es la respiración de los bienaventurados. Lo llamamos INTERCESIÓN”.