Forma parte de las celebraciones catalogadas como “fiestas del Señor”.
Su origen se considera teológico-devocional, igual que las fiestas de Corpus, Sagrado Corazón de Jesús, Cristo Rey, Sagrada Familia.
Es fiesta, junto con las otras mencionadas, típicamente Occidental. De procedencia Oriental sería, por ejemplo, la Transfiguración.
Nace de una visión teológica de algunos Misterios de nuestra fe que poco a poco se fueron poniendo de relieve en la conciencia de la Iglesia.
Obedece a circunstancias históricas concretas de la vida de la Iglesia que van desde la Edad Media hasta nuestro siglo.
No es fácil ofrecer una justificación teológica pura acerca de la presencia de estas fiestas en el año litúrgico. Nacen de la misma evolución del dogma y de la vida de la Iglesia.
A las razones de tipo teológico, histórico, cultural que han influido en su nacimiento y expansión, hay que añadir el factor devocional, como desarrollo orgánico en la vida de la Iglesia de una experiencia espiritual en la contemplación santa de algunos Misterios del Señor.
Son fruto, pues, más que de una programación orgánica, de una evolución vital.
Respecto a la Fiesta de la Santísima Trinidad, que se celebra el primer domingo después de Pentecostés, se aludirá, por sus textos eucológicos, a dicho Misterio de Vida y de Amor, haciendo hincapié en la Unidad de la naturaleza y en la Trinidad de Personas.
Referencias así se encuentran ya en el siglo VIII en el Sacramentario Gelasiano.
Alcuino de York, en el siglo IX, compuso un formulario de misa de la Santísima Trinidad que tuvo mucha difusión.
Los papas de Roma se resistieron a la introducción de tal fiesta litúrgica, que sólo en 1334 Juan XXII extendió obligatoriamente a todo Occidente en el lugar que todavía hoy ocupa: el domingo después de Pentecostés.
El mensaje oracional de esta festividad, a través de las oraciones propias y del prefacio, presenta la teología del Misterio Trinitario.
Las antífonas del Misal y los himnos del Oficio ofrecen una contemplación de la vida íntima trinitaria.
Con la contemplación del Misterio Trinitario, en su relación de intimidad y comunión, la Iglesia quiere poner de relieve la fuente y la meta de la economía de la Salvación, la Comunión de las Personas, la Trinidad, que es la imagen de la Iglesia como Comunión.