“Desposorios y noviazgo de San José y de la Santísima Virgen”
La Virgen María estaba desposada, es decir, prometida, y más que prometida. Pero no significa que estuviesen cohabitando. No. Por ello, Nuestra Señora le dijo a San Gabriel que no conocía a varón, esto es, no había mantenido relaciones sexuales con varón alguno pues ya se había comprometido con San José a un matrimonio virginal.
Antes hubo un noviazgo. La pregunta que nos hacemos es cómo supieron que estaban llamados a convivir de una manera tan singular. Ambos son dos seres extraordinarios. Llenos de santidad. Entregados al Dios de Israel. Normalmente, se va desde un amor humano hacia el amor a Dios. Aquí, en este caso, es al revés. Desde su amor a Dios despertará un amor recíproco y plenamente humano. Pero humano no quiere decir pecaminoso.
Poco a poco irían hablando, confiando, orando. Renuncian a la carnalidad en su amor. Pero sigue siendo amor. San José descubre la sombra de Dios sobre María. Y la Virgen también descubre la mano protectora de Dios.
Pasado un tiempo, llega el sellar un acuerdo a través de una ceremonia oficial que son los esponsales. A partir de ese momento están desposados oficialmente. Venía siendo un matrimonio sin cohabitación, todavía. Si moría el marido, la esposa ya era, por ejemplo, considerada viuda. Si hubiesen concebido a un hijo, ya sería considerado legítimo. Estaban, pues, desposados.
La Santísima Virgen y San José son modelo de noviazgo pues como se trataron recíprocamente llenos de ternura y pureza.