Son muchos los autores que citan como figura de San José a José, el hijo pequeño de Jacob, y aplican a San José la conocida sentencia “Id a José y hacer lo que él os diga” (Gn 41, 55).
En tiempos de hambre, el Faraón dirigió a los egipcios hacia José para que éste les distribuyese el trigo acumulado en tiempos de abundancia. De la misma manera, Dios nos dice en nuestros problemas “Id a San José”. Y así, como José fue virrey, ministro de Egipto, y el más importante del reino después del Faraón, San José también es el “virrey” de la Iglesia, esto es, el santo más importante de todos.
A San José se le ha dado poder y distribuye las gracias de Dios. San José, consagrado totalmente a Jesús y a María, es todopoderoso por gracia. Como María y con María. San José está totalmente consagrados a ellos, por eso, ellos no le niegan nada.
Si le preguntásemos a la Virgen María y a Jesucristo, Nuestro Señor, como consagrarnos totalmente a ellos, nos responderían “Id a San José”.
Consideremos en este día a San José como intercesor. Es el administrados de las gracias y regalos, como hizo el patriarca José en Egipto. Probemos a pedirle lo que más necesitemos. El Papa Francisco nos contó que él le escribe la petición al esposo de la Santísima Virgen en un papelito y se lo coloca a la imagen de San José durmiendo. Santa Teresa de Jesús dijo: “No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer”.
San José tiene más poder de intercesión que aquel José de Egipto. Consideremos su omnipotencia por gracia que comparte con su María Santísima.