Hemos visto características personales, literarias, estructurales, estilísticas de este tercer Evangelio.
A partir de ahora veremos cuál es la enseñanza del evangelista antioqueno. Cuál es su teología.
Al decir qué teología tendrá queremos afirmar cuál es la forma peculiar de su testimonio sobre Jesús. Su teología, que apunta a mostrar la plena validez de la historia de Jesús muerto y resucitado para el presente de la Iglesia, mira para ello hacia el PASADO (la Revelación de Dios a Israel atestiguada en la Escritura) y se abre a la vez hacia el FUTURO (la promesa del Espíritu Santo). En este sentido, entonces, Jesús se nos manifiesta como el CENTRO DEL TIEMPO.
Hoy veremos en un primer punto sobre su teología el tema del CUMPLIMIENTO DE LAS PROMESAS DE DIOS EN JESÚS. Adelante.
- Este cumplimiento ya queda patente en los “evangelios de la infancia”, y caracterizará el ministerio de Jesús desde su comienzo. La predicación inaugural de Jesús en la sinagoga de su casa en Nazaret (Lc 4, 16-30) lo muestra con el “hoy”, que El afirma después de la lectura de Isaías.
San Mateo y San Marcos al exponer este mismo pasaje en la sinagoga de Nazaret lo colocan muy avanzados en sus respectivos evangelios. Sin embargo, San Lucas lo coloca ya en el capítulo IV, al comienzo de la vida pública ministerial del Señor Jesús.
Es la “obertura” de su Evangelio.
Sea cual fuere la explicación desde el punto de vista histórico, salta a la vista que San Lucas ha conferido a este episodio un carácter programático que lo convierte en clave para interpretar y comprender su tratado.
Esta “obertura”, en la sinagoga nazarena, es la culminación, dicen los expertos, de todo lo contemplado en los primeros capítulos, donde cada versículo sirve para aseverar que Jesús de Nazaret es el Ungido de Dios (Lc 2, 26). Pero no sólo nos invita a mirar hacia el principio, hacia atrás, pues nos elevará la mirada hacia el futuro ya que vendrá siendo la CLAVE INTERPRETATIVA, PROGRAMÁTICA Y PROLÉPTICA (palabra que significa “anticipación ante futuras objeciones”) de su narración.
La primera predicación de Jesús no será palabra suya sino de Isaías (Is 61, 1-2), pues. La enseñanza inaugural de Jesús se limita a declarar su CUMPLIMIENTO (“hoy”).
También las primeras palabras del Precursor (Lc 3, 4-6), de San Juan Bautista, están amparadas por otra cita de Isaías (Is 40, 3-5). También hay “cumplimiento” en la persona del Bautista y en su mensaje “Preparad el camino del Señor…”.
De forma semejante, el ministerio público de Jesús queda descrito desde su mismo comienzo como cumplimiento ESCATOLÓGICO de la Escritura profética de Israel. Esta perspectiva estará latente en todo el Evangelio madurándose a medida que se acerque la Pasión del Señor. Así, en el “tercer anuncio de su Pasión”, dirá el Señor “se cumplirá en el Hijo del hombre todo lo escrito por los profetas” (Lc 18, 31).
También se verá la dimensión ESCATOLÓGICA cuando Jesús refiera a su Persona y a su Misión los siguientes versículos sálmicos “La piedra que desecharon los constructores, esta se ha convertido en piedra angular” (Lc 20, 17; del Sal 118), o, también “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha” (Lc 20, 42; del Sal 110). O, también, “Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito” (Lc 22, 37).
Pero el CUMPLIMIENTO de la Escritura en Jesús alcanza su máximo desarrollo en los relatos de la Resurrección. A los desconsolados y desencantados discípulos de Emaús les dice Jesús “¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?” (Lc 24, 26). Los discípulos lo habían aceptado como Mesías (Lc 9, 20), pero después se cerraron a la perspectiva de un Mesías sufriente, tal como manifiesta su reacción cuando Jesús anunció su Pasión en el segundo y tercer anuncio de su final.
- “Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido” (Lc 9, 45).
- “Pero ellos no entendieron nada de esto, este lenguaje era misterioso para ellos y no comprendieron lo que les decía”. (Lc 18, 34).
Sólo podrán entenderlo a la luz de la Resurrección, el verdadero final de la historia de Jesús; sólo El les puede “abrir” el entendimiento de la Escritura “¿No ardía nuestro corazón mientras no hablaba por el camino y explicaba las Escrituras?” (Lc 24, 32).
Más tarde, el Resucitado repetirá esta enseñanza completándola cuando diga “Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí” (Lc 24, 44).
De esta manera, la historia de Jesús se presenta como CUMPLIMIENTO DEFINITIVO de las promesas de Dios a Israel; en Jesús alcanza su plenitud la profecía bíblica. La apertura universal de la Ciudad Santa, que en los últimos tiempos ha de acoger a todos los hombres pertenece igualmente a la escatología profética.
Por ello, la visión del CUMPLIMIENTO de las promesas de Dios nos da explicación culminante de la importancia conferida por San Lucas a la Ciudad y al Templo; Jerusalén y el Templo han comenzado a cumplir sus funciones escatológicas mediante la historia de Jesús. Por eso, la misión universal empieza en Jerusalén, y, desde allí, ha de alcanzar a todos los confines. A todos los gentiles, en los cuales también se dará el CUMPLIMIENTO profético de esperanza y salvación universal ya recogido en el Antiguo Testamento.