Repasemos las citas del Antiguo Testamento sobre las que se basan las prescripciones legales y rituales a las que la Sagrada Familia se somete como judíos justos y piadosos que son.
LA CONSAGRACIÓN DE LOS PRIMOGÉNITOS Ex 13, 1-16
1El Señor dijo a Moisés: 2«Conságrame todo primogénito; todo primer parto entre los hijos de Israel, sea de hombre o de ganado, es mío». 3Moisés dijo al pueblo: «Recuerda este día en que salisteis de Egipto, de la casa de esclavitud, pues con mano fuerte os sacó el Señor de aquí; no comeréis pan fermentado. 4Salís hoy, en el mes de abib. 5Cuando el Señor te haya introducido en la tierra de los cananeos, los hititas, los amorreos, los heveos y los jebuseos, tierra que juró a tus padres darte, una tierra que mana leche y miel, celebrarás en este mes el siguiente rito: 6durante siete días comerás ácimos y el día séptimo será fiesta en honor del Señor. 7Durante estos siete días se comerá pan ácimo y no se verá pan fermentado ni levadura en todo tu territorio. 8Ese día se lo explicarás a tu hijo así: “Esto es por lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto”. 9Y será para ti como señal sobre tu brazo y como recordatorio en tu frente, para que tengas en tu boca la instrucción del Señor, porque con mano fuerte te sacó el Señor de Egipto. Observarás este mandato, año tras año, a su debido tiempo». 11«Cuando el Señor te introduzca en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a tus padres, y te la haya entregado, 12consagrarás al Señor todos los primogénitos: el primer parto de tu ganado, si es macho, pertenece al Señor. 13Pero la primera cría de asno la rescatarás con un cordero; si no la rescatas, la desnucarás. Rescatarás siempre a los primogénitos de los hombres. 14Y cuando el día de mañana tu hijo te pregunte: “¿Qué significa esto?”, le responderás: “Con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto, de la casa de esclavitud. 15Como el faraón se había obstinado en no dejarnos salir, el Señor dio muerte a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde el primogénito del hombre al del ganado. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho del ganado. Pero a los primogénitos de los hombres los rescato. 16Esto será como señal sobre tu brazo y signo en la frente de que con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto”».
Este pasaje nos enseña que la muerte de los primogénitos, hombres y animales, en la última plaga que Dios envió a Egipto consiguiendo la libertad de su pueblo, nos trae una nueva Ley, la consagración de los primogénitos de los hebreos a Dios. La consagración u ofrenda de los primogénitos tiene un carácter de reconocimiento de los dones de Dios, que arranca ya de la época de los patriarcas y que ahora adquiere un sentido nuevo en recuerdo de la liberación de Egipto. Sin duda, en acción de gracias por haber sido perdonados los primogénitos de los hebreos al pasar el ángel exterminador que mató a los egipcios. Nunca se deberá olvidar lo que hizo Dios en favor de su pueblo y, además del sentido de gratitud, ha de haber una actitud de entrega a Dios de los hijos primeros y de las primeras crías de los animales. En legislación posterior se establecerá el rescate legal de los primogénitos de las familias. Será la última cita de este artículo.
LA PURIFICACIÓN DE LA PARTURIENTA Lev 12, 1-8
1El Señor habló así a Moisés: 2«Di esto a los hijos de Israel: “Cuando una mujer quede embarazada y tenga un hijo varón, quedará impura durante siete días; será impura como durante sus reglas. 3El octavo día será circuncidado el niño; 4y ella permanecerá treinta y tres días más purificando su sangre. No tocará ninguna cosa santa ni entrará en el Santuario hasta terminar los días de su purificación. 5 Si da a luz una niña, quedará impura durante dos semanas, como durante sus reglas, y se quedará en casa sesenta y seis días más purificando su sangre. 6Al cumplirse los días de su purificación, sea por niño o por niña, presentará al sacerdote, a la entrada de la Tienda del Encuentro, un cordero de un año como holocausto, y un pichón o una tórtola como sacrificio expiatorio. 7El sacerdote lo ofrecerá ante el Señor, haciendo por ella el rito de expiación, y quedará purificada del flujo de su sangre. Esta es la ley referente a la mujer que da a luz un niño o una niña. 8Si no le alcanza para ofrecer una res menor, tome dos tórtolas o dos pichones, uno para el holocausto y otro para el sacrificio expiatorio; el sacerdote hará por ella el rito de expiación y quedará pura”».
Todo lo referido a la generación entre los judíos está rodeado de misterio, y aun se considera como desordenado e impuro muchas cosas que se relacionan con la transmisión de la vida (parto, reglas o periodos, derrame seminal que se consideraban restaban vitalidad a la persona y a través de unas prescripciones legales que había que cumplir se recuperaría la integridad perdida). En este ambiente histórico hay que enmarcar estas prescripciones.
Si la mujer daba a luz un varón debe quedar como impura siete días. El día octavo era para circuncidarlo, y después debe permanecer aislada como impura treinta y tres días. En total cuarenta.
Si daba a luz una hija, será impura dos semanas, y después quedará en casa reservada otros sesenta y seis días, el doble que el varón.
Las causas de estas distinciones podrían ser ancestrales.
Terminado el tiempo de la purificación (cuarenta días en el caso de que el hijo fuese varón, ochenta días en el caso que fuese niña), la mujer debía presentarse al sacerdote ante la tienda del encuentro para ofrecer un “holocausto” y un “sacrificio” por el pecado (no personal, sino ritual o legal), el primero como un reconocimiento a Dios, y el segundo como expiación personal y para purificarse de una impureza legal que había contraído.
La legislación tendrá en cuenta la situación social y económica de las puérperas. Un cordero de un año en holocausto y un pichó o tórtola en sacrificio por el pecado ritual. En caso de pobreza, el cordero era sustituido por una tórtola o pichón.
EL RESCATE Núm 18, 15-16
Todo primogénito de cualquier especie, hombre o animal, que sea presentado al Señor, será para ti. Pero harás que rescaten al primogénito del hombre y al primogénito de animal impuro. 16Los harás rescatar al mes de nacidos, según valoración, por unos sesenta gramos de plata, en siclos del santuario, que son de veinte óbolos.
Los primogénitos de hombres y animales pertenecen a Dios, hemos visto más arriba. Los de los animales eran rescatados con una cantidad de plata no determinada; los de los hombres con cinco siclos. Ello obedece a que Moisés, por mandato de Dios, dejó de destinar a los primogénitos al sacerdocio pues había sido escogida la tribu de Leví para el sacerdocio. Los levitas. Pero pagarían los ciclos siclos.