Consideración sacerdotal
“El sacerdote tiene únicamente que ejercer su paternidad espiritual exponiendo el contenido y los artículos de la fe para iluminar las almas. Debe presentarse él mismo como un modelo. Su vida personal es también una predicación eficaz de la fe. Su sinceridad, la rectitud y la fuerza de sus convicciones son ejemplos vivos, inspiradores y sugerentes que invitan a las almas a dar también su asentimiento a la revelación divina y a someterse, sin reticencia alguna a las invitaciones de la gracia.
(…)
También hay, gracias a Dios, hombres que han escuchado a Dios, que viven en sociedad, que le han consagrado todo su corazón y toda su vida. Son los hombres de fe y, por medio de ellos, el mundo divino es más real y más cercano que el de aquí abajo. Son los sacerdotes quienes se presentan como testigos cualificados de Dios y de Cristo, que enseñan con total convicción el camino, la verdad y la vida, cuya existencia entera es una demostración de la fe y su poder”.
(P. Ceslas Spicq. OP).