Hoy, 28 de enero, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. San JUAN, presbítero. En Neustria, Francia. Varón totalmente entregado a Dios, que presidió una comunidad monástica según la Regla de San Macario.
  2. San SANTIAGO, eremita. En Palestina. Se escondió largo tiempo en una tumba para hacer penitencia. (554).
  3. San JULIÁN, obispo. En Cuenca. Segundo pastor de la ciudad, una vez recuperada a los moros. Egregio por su estilo de vida, se distinguió por repartir entre los pobres los bienes de la Iglesia y trabajar con sus manos para obtener el sustento diario. (1207).
  4. Beato BARTOLOMÉ AIUTAMICRISTO, religioso. En Pisa. Religioso Calmadulense. (1224).
  5. Beato JULIÁN MAUNOIR, presbítero. En Bretaña Menor. Jesuita. Durante 42 años se entregó a las misiones populares por todos los lugares y aldeas del territorio. (1683).
  6. Santos ÁGUEDA LIN ZHAO, virgen, y JERÓNIMO LU TINGMEI y LORENZO WANG BING, catequistas, mártires todos. En China. Fueron denunciados como cristianos y decapitados. (1858).
  7. San JOSÉ FREINADEMETZ, presbítero. En China. Nació en Italia. Pertenecía a la Sociedad del Verbo Divino; trabajó duro para la evangelización de aquella región. (1908).
  8. Beata MARÍA LUISA MONTESINOS ORDUÑA, virgen y mártir. En Valencia. Martirizada durante la persecución religiosa en España. (1937).
  9. Beata OLIMPIA BIDÀ, virgen y mártir. En Siberia. Religiosa de la Congregación de Religiosas de San José, encarcelada en un campo de concentración comunista soportando todo tipo de tribulaciones. (1952).

 

Hoy destacamos a SANTO TOMÁS de AQUINO

Nació en Roccasecca en 1224. Hijo del conde Landolfo y la condesa Teodora, descendientes de los normandos que habían conquistado el sur de Italia, y emparentados con la familia imperial.

A los cinco años el padre lo llevó a la abadía benedictina de Montecassino para su formación. Allí, Santo Tomás adquirió el gusto por la liturgia, el humanismo y las bellas artes.

Cuando fueron expulsados los monjes por el Emperador Federico II, excomulgado por el Papa Gregorio IX, Santo Tomás retornó a su casa. Sus padres lo mandaron a estudiar a la Universidad de Nápoles, donde conocería a los Dominicos, Orden recién fundada en aquel entonces.

El ideal de la Orden era volver a evangelizar Europa, llena de cristianos, pero sin cultura religiosa.

Al fallecer su padre en 1243, Tomás ingresó en la Orden Dominica en 1244. Su madre intentó impedírselo y, cuando se dirigía con ellos a París, sus hermanos lo secuestraron, hasta que en 1245 logró unirse a los Padres.

Viajó a París. Asistió a las clases de San Alberto Magno. Éste se dio cuenta de la inteligencia descomunal de Santo Tomás, y lo tuvo en París y en Colonia como alumno predilecto, e, incluso colaborador.

En 1250, Tomás fue ordenado sacerdote y, después de más percances con su familia, fue enviado de nuevo a París para que, a pesar de su juventud, obtuviera el grado de Maestro de la Sagrada Teología. Lo nombrarían, asimismo, regente de estudios. También enseñaría Sagrada Escritura.

El papa, que lo valoraba mucho, lo llamó para que estudiase a Aristóteles.  También conoció a fondo la obra de Pedro Lombardo y sus “Sentencias”.

En ese momento, Santo Tomás se da cuenta que hay que reelaborar toda la forma de enseñar el dogma católico, para que fuese expuesto de un modo orgánico y sistemático. Así empezará la redacción de la “Summa Theologiae” en 1267 mientras estaba en Roma.

En 1269 debió trasladarse de nuevo a París.

Al terminar el curso de 1272 lo enviaron a la Universidad de Nápoles, donde continuó la composición de su obra más conocida, la magna “Summa Theologiae”, además de escribir otras obras filosóficas, y de Sagrada Escritura. Como dominico no paró de predicar, tanto en latín como en romance.

Grueso y calvo, asceta y místico, su espíritu de oración de daba alas en la composición de su gran obra teológica. Todos los papas con quienes debió tratar: Alejandro IV, Urbano IV y Clemente IV, le mostraron un singular apreció. Urbano IV, tras instituir la fiesta del Corpus, le pidió que redactara los textos litúrgicos.

El nuevo papa Gregorio X le pidió que asistiera al Concilio de Lyon II, en 1274, y al que mandó ir a San Buenaventura a mayores, a quien había nombrado obispo y cardenal. Tomás se puso en camino con su fiel compañero Reinaldo a comienzos de año, pero en febrero enfermó y hubieron de pedir posada en el Císter de Fossanova, donde moriría en 1274.

Es conocido como el Doctor Angélico. Murió un 7 de marzo, pero el traslado de sus reliquias fue tal día como hoy.