- San JULIÁN, mártir. En Lacio. Padeció bajo el emperador Antonino. (s. II).
- San JULIÁN, obispo. En la Galia Lugdunense. Considerado el primer obispo del lugar. (s. III).
- Santa DEVOTA, virgen y mártir. La Isla de Córcega. (s. III).
- San MARINO, abad. En la Galia. (550).
- San VITALIANO, papa. En Roma. Trabajó incansablemente por la salvación de los anglos. (672).
- San TEODORICO, obispo. En Borgoña. Obispo de Orleans que mientras viajaba a Roma falleció en peregrinación. (1022).
- San GILDUINO, diácono. Cerca de Chartres. Designado obispo cuando aún era muy joven se consideró indigno y renunció a este honor ante el papa Greglrio VII, y a su regreso de Roma, enfermó al llegar a casa y falleció. (1077).
- Beato JUAN, obispo. En Thérouanne, Francia. Siendo canónigo regular fue designado obispo gobernando su sede durante más de treinta años; resistió a los simoníacos y fundó ocho monasterios de canónigos y monjes. (1130).
- Beato MANFREDO SETTALA, presbítero y eremita. En Como. (1217).
- Beata ROSALÍA du VERDIER de la SORINIÈRE, virgen y mártir. En Angers. Monja. Guillotinada durante la Revolución Francesa. (1794).
- San JUAN MARÍA “MUZEO”, mártir. En Uganda. Era servidor del rey y, convertido al cristianismo, en tiempo de persecución no quiso huir, sino que confesó su fe en Cristo por lo que fue decapitado. Fue la última víctima de la persecución. (1887).
- San ENRIQUE de OSSÓ y CERVELLÓ, presbítero. Gilet, Valencia. Fundó la Compañía de Santa Teresa de Jesús, para la formación de las jóvenes, pero, obligado a dejar dicha institución, pasó el resto de sus años en un convento de los Hermanos Menores. (1896).
- Beato JORGE MATULAITIS, obispo. En Kaunas, Lituania. Fundador de la Congregación de Clérigos de Hermanas Pobres de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. (1927).
Hoy recordamos especialmente a SANTA ÁNGELA de MÉRICI
Es la fundadora de las Hermanas Ursulinas. Su nombre significa «Mensaje de Dios».
Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas.
Se crio en una familia campesina muy creyente, donde cada noche leían la vida de un Santo, y esto la enfervorizaba mucho y la entusiasmaba por la religión.
Quedó huérfana de padre y madre cuando aún era muy niña y esto la impresionó muchísimo. Después durante toda su vida le pediría perdón a Dios por no haber confiado lo suficientemente en su juventud en la Providencia Divina que a nadie abandona.
Su infancia es muy sufrida y tiene que trabajar duramente, pero esto la hace fuerte y la vuelve comprensiva con las niñas pobres que necesitan ayuda para poderse instruir debidamente.
Se hace Terciaria Franciscana y sin haber hecho sino estudios de primaria, llega a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y sacerdotes. Es que había recibido del Espíritu Santo el Don del Consejo, que consiste en saber lo que más conviene hacer y evitar en cada ocasión.
Viendo que las niñas no tenían quién las educara y las librara de peligros mortales, y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer organizar la vida como si Dios no existiera, fundó la Comunidad de Hermanas Ursulinas (en honor a Santa Úrsula, la santa mártir del siglo IV, que dirigía el grupo de muchachas llamadas «Las once mil vírgenes, que murieron por defender su religión y su castidad).
Lo que más le impresionaba era que las niñas de los campos y pueblos que visitaba no sabían nada o casi nada de religión. Sus papás o no sabían o no querían enseñarles catecismo. Por eso ella organizó a sus amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y en cada vereda.
Ángela era de baja estatura pero tenía todas las cualidades de líder y de guía para influir en los demás. Y además tenía mucha simpatía y agradabilidad en su trato.
En Brescia fundó una escuela y de allí se extendió su Comunidad de Ursulinas por muchas partes. Un grupo de 28 muchachas muy piadosas se vino a vivir en casa de Ángela y con ellas fundó la Comunidad. En una visión contempló un enorme grupo de jóvenes vestidas de blanco que volaban hacia el cielo, y una voz le dijo: «Estas son tus religiosas educadoras».
La gente consideraba a Santa Úrsula como una gran líder o guía de mujeres. Por eso Ángela puso a sus religiosas el nombre de Ursulinas.
La Comunidad de Ursulinas fue fundada en 1535, y cinco años después murió su fundadora, Santa Ángela, el 27 de enero de 1540.
Un hombre le preguntó un día en plena calle: ¿Qué consejo me recomienda para comportarme debidamente? Y ella le respondió: «Compórtese cada día como deseara haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse y de darle cuenta a Dios».
Sus últimas palabras fueron: «Dios mío, yo te amo».