Oh, Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.
O Adonai, et Dux domus Israel,
qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti,
et ei in Sina legem dedisti:
veni ad redimendum nos in brachio extento.
“Adonai” es otro nombre de Yahvé, que subraya su cualidad de Señor, Guía y Pastor de la casa de Israel.
En el Antiguo Testamento en verdad Dios guió y salvó a su Pueblo, con brazo poderoso, de la esclavitud de Egipto, sirviéndose de su siervo Moisés.
Ahora le pedimos que también nos salve a nosotros de tantas esclavitudes que nos pueden agobiar, enviándonos al Nuevo Moisés, Jesucristo, Señor Nuestro. A pesar de la humildad de Belén, nosotros, juntamente con todo el Nuevo Testamento, vemos en Jesús al Kyrios, al Señor que Dios ha enviado para salvarnos con brazo poderoso.