La fe en la Resurrección no pudo surgir del interior de los discípulos, porque faltaba para ello todo un punto de apoyo. Los Apóstoles no habían pensado en esta posibilidad, porque no habían contado con la muerte del Señor. No habían tomado en serio sus predicciones de la Pasión. Una y otra vez los evangelistas insisten en que los Apóstoles no comprendían las palabras del Señor. En la primitiva predicación cristiana tampoco se encuentra ningún fundamento interno que explique el nacimiento de la fe en la resurrección. No se considera la resurrección de Jesús como final necesario de la Pasión o como contrapeso de la Cruz. Los Apóstoles no estaban preparados para la Resurrección por las palabras del Señor, sino que, por el contrario, fue la Resurrección la que les permitió comprender muchas de sus palabas y acciones. Especialmente, no pudo ser inventada por los Apóstoles la nueva figura del Mesías que el primitivo cristianismo anunciaba. En efecto, sólo a la luz de la Resurrección desaparecieron los restos de sus falsas concepciones sobre el Reino de Dios y la misión del Mesías.
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