- San MARCELINO, obispo. En Las Marcas. Por gracia de Dios libró a la ciudad de un incendio. (s. VI).
- San ADRIANO de CANTORBERY, abad. En Inglaterra. Nació en África, desde Nápoles viajó a Inglaterra, donde, muy preparado en ciencias eclesiásticas y civiles, educó a un gran número de civiles. (710).
- San FELANO, abad. En Escocia. Notable por su vida austera y por haber vivido en soledad. (710).
- San EUSTRACIO, abad. En Bitinia, Turquía. Llamado “Taumaturgo”. (s. IX).
- San HONORATO de BUZANÇAIS, seglar. En Aquitania, Francia. Mercader de ganado, repartía su dinero entre los pobres, y pereció asesinado por unos ladrones a los que reprendía. (1250).
- Beata JUNA de la RENA, virgen. En La Toscana. De la Tercera Orden de San Agustín. Vivió encerrada en una pequeña celda junto a una iglesia, en la que vivía sólo para Dios. (1367).
- Beato ANTONIO FATATI, obispo. En Ancona. En todas las misiones que le encargaron los papas se mostró prudente y ecuánime, austero para sí y generoso para con los pobres. (1484).
- Beata MARÍA TERESA de JESÚS LE CLERC, virgen. En Francia. Junto con San Pedro Fourier fundó la Congregación de Canonesas Regulares de Nuestra Señora, bajo la Regla de San Agustín, para la educación de las jóvenes. (1622).
- Santas AGATA YI, virgen y mártir, y sus padres, mártires, y Santa TERESA KIM, viuda y mártir. En Seúl, Corea. Encarceladas, azotadas y degolladas por la fe. (1840).
- Beatos JOSÉ PAWLOWSKI y CASIMIRO GRELEWSKI, presbíteros y mártires. En Dachau, Alemania. Al ser invadida Polonia, su patria, fueron deportados a este campo de concentración y consumaron su martirio en la horca. (1942).
Hoy destacamos a SAN EULOGIO de CÓRDOBA.
Nació en Córdoba hacia el año 800, en una familia cristiana, en la época del emirato cordobés, cuando la mayoría de la población había pasado al Islam y los cristianos mozárabes vivían como una minoría tolerada.
De niño, confiaron su educación a los clérigos de la basílica de San Zoilo, y después al Abad Esperandeo, adquiriendo una gran cultura y recibiendo la ordenación sacerdotal.
En torno a 848, Eulogio viajó a los reinos del norte de la Península Ibérica donde visitó catedrales y monasterios e informó de la situación de la cristiandad mozárabe.
Al regresar a Andalucía pasó por Toledo, todavía en poder musulmán. El obispo se quedó admirado de las cualidades de Eulogio, y recomendó al clero que a su muerte le eligieran como sucesor.
Logró un gran prestigio en la Iglesia de su tiempo, fue el historiador de los mártires y por él conocemos muchos pormenores de la vida cristiana cordobesa.
Escribió tratados sobre los mártires, y se conservan cartas suyas.
En 858 fue elegido obispo de Toledo, pero fue martirizado antes de recibir la consagración episcopal. Fue condenado a muerte por haber instruido en la fe cristiana a una joven musulmana, Santa Leocricia, y decapitado en 859.