Hoy, 29 de julio, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. Santa MARTA. Recibió en su casa al Señor. (s. I).
  2. Santos LÁZARO y MARÍA, hermanos de la anterior. Amigos del Señor. (s. I).
  3. San CALÍNICO, mártir. Paflagonia, Turquía. (s. III).
  4. San FÉLIX, mártir. Roma. (s. IV)
  5. San LUPO, obispo. Troyes, Galia Lugdunense. Con San Germán de Auxerre fue a Bretaña para combatir la herejía de los pelagianos, defendió con la oración a su ciudad del furor de Atila y, habiendo ejercido de modo admirable el sacerdocio durante cincuenta años, falleció santamente. (478).
  6. San PRÓSPERO, obispo. Orleáns, Galia Lugdunense. (s. V).
  7. San OLAV, mártir. Noruega. Difundió con gran diligencia la fe que había conocido en Inglaterra, liberando al pueblo de la idolatría. Finalmente, atacado por sus enemigos, murió asesinado. (1030).
  8. Beato URBANO II, papa. Roma. Defendió la libertad de la Iglesia de las intromisiones de los laicos, combatió la simonía y la corrupción del clero, y en el Concilio de Clermont exhortó a los soldados cristianos a que liberasen, bajo el signo de la cruz, a sus hermanos cristianos oprimidos por los infieles y recuperasen el sepulcro del Señor. (1099).
  9. San GUILLERMO PINCHÓN, obispo. Bretaña Menor. Se preocupó por la construcción de la catedral, brilló por su benignidad y sencillez y, por defender con decisión y fortaleza a sus ovejas y los derechos de la Iglesia, tuvo que sufrir muchas vejaciones y el destierro. (1234).
  10. Beato LUIS BERTRÁN, presbítero y mártir. Omura, Japón. Dominico. Quemado vivo junto con otros dos religiosos. (1627).
  11. Beato CARLOS NICOLÁS ANTONIO ANCEL, presbítero y mártir. Rochefort. Fue encarcelado en condiciones inhumanas en un barco convertido en prisión. Murió enfermo. (1794).
  12. Santos JOSÉ ZHANG WENLAN, PABLO CHEN CHANGPIN, seminaristas, JUAN BAUTISTA LOU TINGYIN, administrador seminaristas, y MARTA WANG LOUZHI, viuda; mártires. Guizhou, China. (1861).
  13. Beato JUAN BAUTISTA EGOZCUEZÁBAL ALDAL, religioso y mártir. Barcelona. Hospitalario. Martirizado durante la persecución religiosa en España. (1936).
  14. Beatos LUCIO MARTÍNEZ MANCEBO, presbítero y mártir, y COMPAÑEROS. Teruel. Dominicos. Martirizados durante la persecución religiosa en España. (1936).

 

Hoy recordamos especialmente al Beato JOSÉ CALASANZ MARQUÉS

Nació en Azanuy, en 1872, provincia de Huesca, diócesis de Barbastro (hoy de Lérida), y fue bautizado el mismo día en su parroquia. Nacía José en una familia pobre, donde tanto sus abuelos como sus padres eran labradores. Pronto perdió a su padre Benito, a los diez años, el 21 de agosto de 1882, y después a su madre Antonia a los once años, el 22 de agosto de 1883.

Fue su hermana Dolores, la mayor, que servía en casa de los señores Fontcuberta, en Barcelona, quien le ayudó a salir de Azanuy para llevarlo a Barcelona.

Los Fontcuberta, cooperadores salesianos, le pagaron sus estudios en el colegio de Salesianos-Sarriá, desde agosto de 1883 hasta el 7 de junio de 1884, que fue cuando ingresó como alumno interno en dicho centro.

Allí Calasanz conoció personalmente a san Juan Bosco, cuando, en su visita a Barcelona en abril-mayo de 1886, vivió en aquella casa. Tenía entonces trece años.

El 3 de mayo de 1886, cuando todos los alumnos de Salesianos-Sarriá se desplazaban a la finca Martí-Codolar, en Horta, con ocasión de la visita de san Juan Bosco, Calasanz se quedó al cuidado del centro, con sólo trece años y medio.

Calasanz se ganó la confianza de los salesianos, que le encaminaron a la vida sacerdotal y salesiana por la vía más corta, recibiendo el presbiterado en diciembre de 1895, cuando sólo contaba veintitrés años. Por consiguiente, ni tuvo tiempo ni medios adecuados para realizar bien sus estudios eclesiásticos. Sin embargo, tuvo la fortuna de formarse al lado de uno de los padres y maestros de la Congregación salesiana, el beato Felipe Rinaldi, quien venía dirigiendo Salesianos- Sarriá desde el año 1889.

Rinaldi apostó por él para regir el desarrollo del colegio.

Así, en 1903, al desglosar la dirección del bachillerato de Sarriá, instalándola en la torre La Esmeralda, en el barrio de les Corts, junto a la Diagonal, Calasanz fue nombrado director de la nueva obra.

Ésta, en 1905, dio origen al colegio de Salesianos- Mataró, del que, además de fundador, estuvo al frente once años (1905-1916), de reconocido prestigio hoy en la sociedad catalana. Calasanz supo que el escudo de don Bosco, en tiempos de la “ley del Candado”, no era la loba romana de la ciudadanía, sino el águila de un grupo de servicio a la sociedad, donde unos religiosos de Turín —en plena revolución industrial— tomaban los barrios populares para intentar formar “honrados ciudadanos y buenos cristianos”.

Pasó once años en Mataró coincidiendo con la Semana Trágica de 1909.

El 24 de diciembre de 1918, a los cuarenta y cuatro años, fue nombrado director de Camagüey, la proyectada primera obra de los salesianos en Cuba.

Una vez en la isla, Calasanz se dedicó a realizar la fundación de la primera escuela profesional de Cuba, que llegaría a ser una de las mejores de toda América. Dirigía el arzobispo de Santiago desde el año anterior, 1915, el emprendedor salesiano piamontés Félix Guerra, nacido en Volpedo (Alessandría), fundador de periódicos, promotor de escuelas, fundador de hasta veintiuna iglesias. Pero los tiempos le fueron hostiles a Calasanz y las facilidades que parecía ofrecerle la señorita Dolores Betancourt fueron un pasaporte al fracaso, que, sin embargo, él y sus colaboradores, los salesianos Capra, Ullivarri y Celaya, supieron asumir. Calasanz sabía que la pobreza es inmortal y que genera pobreza, y se quedó a trabajar por los jóvenes pobres de Camagüey, en clima de provisionalidad, de 1916 a 1920 y de 1920 a 1922 en La Habana-Guanabacoa. Tan sólo a finales de 1939 se lograba la influyente fundación de Camagüey.

Calasanz seguía siendo él mismo, realizando las misiones más punteras, pero sin querer o sin poder renunciar a su personalidad, cuando recibía el nombramiento del beato Rinaldi como provincial de los salesianos de Perú y Bolivia, servicio que prestó durante los años 1923 a 1925. La marejada de solicitudes de fundaciones en los dos países era elevadísima pero expiraban los plazos por falta de personal. Calasanz se unció a América del Sur como lo hiciera en Cuba, caminante de los suburbios y como sacerdote misionero al servicio de la Iglesia.

En 1925, Calasanz fue nombrado provincial de los salesianos de la provincia Tarraconense, que comprendía Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares, sucediendo a Marcelino Olaechea Loizaga, que más tarde sería elegido obispo de Pamplona y arzobispo de Valencia.

Tenía cincuenta y tres años. Durante once años (1925-1936), pues, regló la expansión y organización de los centros salesianos en Barcelona (Rocafort, Sarriá, Tibidabo), Ciudadela, Gerona, Huesca, Sant Vicent dels Horts, Alicante, Alcoy, El Campello, Villena, coincidiendo con los días difíciles de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1931), primero del directorio militar y después del civil.

Las llamadas “luminarias republicanas” de mayo de 1931, con repercusiones negativas en algunos centros salesianos, le hicieron desconfiado y muy cauto.

Calasanz le escribía al superior general, Pedro Ricaldone, el 22 de enero de 1935: “Créame, me siento muy cansado y me temo mucho que se malogre la obra de la Congregación por mí, cada día más falto de energías, efecto también de mis penas”. Fue el amanecer del 22 de julio de 1936. La casa salesiana de Valencia, después de haber sido atacada con ráfagas de proyectiles durante la noche, fue invadida por incontrolados.

Los salesianos estaban haciendo ejercicios espirituales, presididos por él, como provincial. Calasanz, después de haber dado la absolución a todos, fue obligado a subir a un camión en compañía de otros tres salesianos más. En cierto momento del trayecto, se disparó un tiro y José Calasanz cayó muerto.