3. MES DE JUNIO – LA PRESENCIA REAL

by AdminObra

Durante su vida terrena, el Hijo de Dios dejó su gloria y tomó una humanidad como la nuestra, para poder entregarla por nosotros y por nuestra salvación.

Jesús, antes de su Ascensión, para no dejarnos solos, inventó lo que sólo el amor de Dios podía inventar. Se hizo amigo y compañero nuestro. Y eso en todos los lugares del mundo, y hasta la consumación de los siglos.

Dejándonos plena libertad para ocuparnos de los asuntos de nuestra vida, decidió ocultar su presencia. Si no lo hubiese hecho, si hubiese dejado salir de la Hostia un solo rayo de su hermosura, este rayo nos atraería de tal modo que no podríamos separarnos del Sagrario. Se ocultó bajo la apariencia de pan; asegurándonos que, bajo esa frágil hostia, están realmente presentes su Cuerpo, su Sangre, su Alma, y su Divinidad.

Si el Amigo del Sagrario fuese conocido, pronto llegaría a ser el centro de todos los corazones, el consuelo y el paraíso anticipado de todos.

Jesús nos llama a estar con El, nos acoge, nos manifiesta su ternura cuando le exponemos nuestras miserias.

En el Sagrario está su Corazón vivo, palpitante, nos llama y tiende sus brazos para acogernos.