24. EL ARRIANISMO – V

by AdminObra

En Nicea, ciudad imperial, cerca de Constantinopla, el emperardor quiere cerrar la división y dar un nuevo fundamento a la unidad de la Iglesia con una fórmula de fe que todos deben aprobar. Surge así el CREDO NICENO, en el que se recogen los puntos fundamentales contra el arrianismo:

  • El Hijo es Dios como el Padre: “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero”;
  • Es coeterno y realmente engendrado por El: “engendrado, no creado”; y
  • Comparte la única naturaleza divina: “de la misma naturaleza del Padre”.

Arrio y los obispos que le siguieron fueron sancionados.

Sin embargo, la difusión de las doctrinas de Arrio, y su fácil utilidad para hacer convivir la fe con la cultura dominante, dejaron en papel mojado muchas de las decisiones disciplinares del Concilio.

Poco después, Arrio fue rehabilitado, muchos obispos ortodoxos fueron desterrados, bastantes obispos arrianos ocuparon sus puestos, y hasta el mismo Constantino acabó aprobando una ambigua declaración de Arrio para justificar su doctrina. Esto ocurrió en Jerusalén.

Emperadores sucesivos como Constancio II y Valente dará fuerza al arrianismo, al que verán como una doctrina útil para sujetar la doctrina de la Iglesia a la cultura del Imperio. Pero Teodosio la prohibirá.

En definitiva, el arrianismo será un elemento perturbador en la vida de la Iglesia.

En algunos pueblos bárbaros, como los godos, arraigará. Gracias al obispo que los evangelizó, Ulfilas. Por ello, cuando entren en Hispania, los godos crearán una “iglesia hispana arriana” hasta la conversión de Recaredo en 587.

A partir de mañana, el gran SAN ATANASIO.