by AdminObra

Resolvamos en esta quincena que tenemos por delante la importancia del Divino Espíritu Santo en la vida del cristiano, en la vida cristiana, en una vida que anhelamos sea plenamente cristiana.

Dios pretende divinizar a la criatura humana.

Dios ha dispuesto morar en el alma humana doblemente:

  • En primer lugar, porque en todo, y en todos, hay una presencia divina en todo lo creado;
  • En segundo lugar, porque el alma que se abre a El, a esa presencia, se capacita para recibir el Divino Huésped, y ‘albergarle’ en su interior. Se abre para recibir al Espíritu Santo, para conocer, amar, y entablar con Dios unas relaciones –desiguales, pero íntimas.

Ésta es la vida cristiana: la inhabitación de Dios en el alma que le ofrece hospitalidad.

Dios quiere morar en nuestro interior. No se conforma únicamente con dejar su huella en nuestra naturaleza. Espera más, hospedarse. Y una vez hospedado, vivir un encuentro lleno de familiaridad, en intimidad santificante.

De este modo, casi se podría decir que el Cielo y el alma llena de Gracia Santificante son una misma cosa.

 

SEGUIREMOS…