Jesús va haciendo “amigos”, porque en el contexto de la Fiesta judía de las Tiendas, o Tabernáculos, a la cual no quería ir, pues se están complicando las cosas para El, es reconocido por la gente.
La gente se da cuenta que hay polémica con un rabino de Galilea que habla abiertamente, pero que, en ocasiones, se ha de ocultar. Los judíos tratan de matarlo. Se ha puesto al nivel de Dios. Y es verdad. Y no lo creen.
Pero el Señor habla abiertamente, como hemos dicho, y, entiendo, que es algo que hemos de tener en cuenta en la Sagrada Cuaresma, hablar abiertamente. Decir las cosas.
Decía Nicolás Gómez Dávila que el cristiano que no se excusa es respetado. Y el Señor no se excusó nunca. Eso sí, nos somete a una disyuntiva.
El Señor, gritando, como podemos leer, es decir, revelándonos algo, vuelve a situarse algo más que en la cercanía de Dios, se coloca en su misma esencia y verdad, y de ella procede. Y desde ella se nos ha enviado.
¿Para qué? Para hablarnos abiertamente.
Que en esta Cuaresma saquemos un propósito de hablar más abiertamente los cristianos.
Hablar, ¿de qué? De la Verdad de Dios para el hombre.