Oseas, uno de los profetas más sensibles del profetismo. Profeta “menor”. Del Reino del norte, de Israel, Efraím. Recibe la inspiración en el siglo VIII a.C., y así leemos, en este día, palabras llenas de candor que Dios ha puesto en su corazón. El corazón, ¡tan importante! para este profeta. Lo que decimos, palabras candorosas de Dios que no quiere que ese pueblo le tema. No quiere que teman un castigo, ahora que han reconocido el pecado que han cometido y están pagando históricamente sus consecuencias.
Israel se ha equivocado al no ponerse en manos de Dios. Se ha querido enfrentar a los asirios y no correspondía esa lucha inútil y abocada al fiasco. Se ha fiado de sí mismo. Estaba lleno de soberbia (lo de siempre). Se ha fiado de sus fuerzas. Se ha puesto en manos de dioses que no existen. Ha sido un fracaso. Ha sido un desastre.
Pero Dios les anima a volver a El, y les dice “los amaré generosamente”. ¿Cómo no rendirse ante quien te habla así? De eso se trata, de rendirnos ante Dios y acabar de reconocer nuestras maldades, nuestras soberbias que tanto hieren el amor de Dios. El nos sigue queriendo.
En la adversidad, se descubre el error de nuestras decisiones. Es hora de volver a Dios, quien ha permitido el “golpe” en la vida para que en la derrota razonemos.
Dejémonos amar por Dios, que quiere rehabilitar nuestras vidas.