Llega a los cines españoles la esperada película de Puy du Fou Films sobre la guerra de La Vendée
Los lectores del cómic francés Astérix recordarán que en el álbum El escudo arverno, publicado en 1967, hay un personaje llamado Alambix que niega la existencia de Alesia, lugar en el que el caudillo galo Vercingetorix se rindió ante las legiones de Julio César. René Goscinny, en una de las viñetas en las que Alambix dice que nadie sabe dónde está Alesia, escribe a pie de página: «Esta actitud ha continuado a través de los siglos […] ¡Menudo chauvinismo!» Pues esa misma mentalidad negacionista es la que hace que la República francesa ignore, censure o incluso niegue la existencia de la guerra de La Vendée, en la que murieron 200.000 personas entre 1793 y 1796.
¿Por qué mentir sobre un hecho tan remoto? Para salvaguardar la imagen mítica del nacimiento de la República, una imagen envuelta en la bandera de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Lo que ocurrió en La Vendée, cuando los campesinos fueron aniquilados tras sublevarse contra el terror instaurado por la Revolución y Robespierre, no tuvo nada de libertad, de fraternidad ni de igualdad. Calificados de «raza maldita», los vandeanos fueron masacrados por defender su religión católica, por reivindicar su monarquía milenaria y rechazar la dictadura republicana. Los ideales de la Revolución francesa pisoteados por sus mismos promotores cuatro años después de la toma de la Bastilla.
La ciudad que simboliza la barbarie de La Vendée es Nantes, donde no por casualidad está emplazado el parque temático histórico Puy du Fou, que tiene su filial española en Toledo. Por ello no es de extrañar que los propietarios de Puy du Fou hayan producido una película sobre aquellos acontecimientos; una película que naturalmente ha concitado las iras del poder, debidamente canalizadas por los medios de comunicación, mayoritariamente al servicio del Pensamiento único.
Ahora ha llegado a España la película.
Los directores, Paul Mignot y Vincent Mottez, han elegido como protagonista al noble Athanase Charette de la Contrie, un joven oficial de Marina que se puso al frente de las milicias campesinas de su región y que se convirtió en una pesadilla para los jefes republicanos. Lo interpreta Hugo Becker, actor francés que ha realizado el doblaje al español de su propio personaje. Charette era reacio a liderar a ese ejército de apariencia miserable formado en su mayor parte de campesinos, artesanos y ganaderos. Sabía que no podían hacer nada contra el Ejército de la República. Pero cuando decide dar el paso y asumir el mando, tiene claro que si no vence -cosa harto improbable- dará la vida por la causa de la libertad. En torno a Charette hay un racimo de personajes secundarios interesantes y atractivos, como su hermana Marie-Ann (Anne Serra), el General Jean-Baptiste de Couëtus (Gilles Cohen) o la aristócrata soldado Marie-Adélaïde de la Rochefoucauld (Dorcas Coppin). Es el personaje de Charette, sin embargo, el que probablemente debería haber tenido un poco más de desarrollo interno, de profundización dramática.
En el bando republicano, hay un personaje, el general Travot (Grégory Fitoussi), que aparece como un hombre de honor, caballerosidad y buenos sentimientos, evitando que el film caiga en un maniqueísmo de blancos y negros, sin grises, mostrando el lado humano de los agresores. Por otro lado, no es habitual que en películas bélicas ambientadas en el siglo XVIII tengan tanto protagonismo los personajes femeninos.
La película está narrada con la voz en off de Charette que da cuenta de los sucesos a la vez que va relatando la evolución de sus sentimientos y pensamientos. La producción es notable y vistosa, con buenas recreaciones bélicas de época y una puesta en escena cuidada. La trama se sigue bien, con giros interesantes.
Aunque la película, desde el punto de vista del género, es la clásica cinta bélica de héroes que sacrifican todo al ideal de la libertad, lo realmente novedoso es la historia que cuenta, censurada por el poder; una historia que obliga a releer la Historia con otras claves. El asunto es serio. Por ello se ha prohibido la exhibición de la película en muchos cines de Francia –y en alguno de España–. Y en pleno siglo XXI. En 1998 Francia reconoció oficialmente el genocidio armenio de 1915, a manos de los turcos, que siempre han negado los hechos. Esperemos que algún día un país reconozca oficialmente el genocidio de La Vendée, ya que Francia no lo hace, a pesar de la abrumadora documentación. Las hipocresías de siempre. Al menos nosotros podemos disfrutar de la película.