TREINTA Y UN DÍAS DE MAYO – 27 “REINA DE LA PAZ”

by AdminObra

Durante la Primera Guerra Mundial, Benedicto XV añadió a las Letanías la invocación “Reina de la Paz”. Al acabar la guerra, el Papa encargó, como acción de gracias, una estatua para la basílica de Santa María la Mayor de Roma.

La Virgen aparece sentada en un trono, con una nota de tristeza en su rostro, sosteniendo al Niño con la mano derecha y con su brazo izquierdo alzado, como conteniendo, con su mano abierta, el azote de la guerra.

María es la Reina de la Paz porque concibió en su seno virginal a Jesucristo, el Príncipe de la Paz, profetizado por Isaías, que reconcilió consigo el cielo y la tierra. Ella es la Madre Dolorosa, que se mantuvo en pie junto a la Cruz del Señor, que pacificó con su sangre el universo. En Pentecostés, María aparece como “columna de la paz”, según una bella expresión, que esperó con los Apóstoles el Espíritu de la paz y de la unidad.

La Paz es un Don de Dios. La paz en la tierra es imagen y fruto de la paz mesiánica que nos regala Cristo, quien dio muerte al odio, reconcilió a los hombres con Dios e hizo de la Iglesia el sacramento de la unión de los hombres con Dios y de la unidad del género humano.

El Espíritu Santo nos concede la fuerza para que podamos dar frutos de paz, luchando contra las injusticias, contra las desigualdades lacerantes, contra la envidia, la desconfianza y el orgullo que separan a los hombres y a las naciones y atentan contra la paz.