TREINTA Y UN DÍAS DE MAYO – 14

by AdminObra

“A LA ESPERA DE PENTECOSTÉS”

La Virgen estuvo presente en el primer grupo de los discípulos de Cristo, esperando la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente.

En torno a la Virgen estarían los Apóstoles y la Magdalena. La luz iluminaría el conjunto, y procedería de una paloma, símbolo del Espíritu Santo. Hacia esa luz miraría la Virgen.

María es modelo de la Iglesia por su oración admirable y por su obediencia a la voz del Espíritu Santo. La Virgen es el “sagrario del Espíritu Santo”, la mansión estable del Espíritu de Dios. Así como el Espíritu habita en María, habita también en la Iglesia, que es su ejemplo.

Por la gracia del Bautismo también los cristianos somos hechos templos del Espíritu Santo, piedras vivas con las que se construye la Iglesia. En la secuencia de Pentecostés pedimos al Espíritu que entre en el fondo del alma y que nos enriquezca.

Como María, estamos llamados a secundar los deseos del Espíritu Santo y a cumplir la Ley Nueva del Amor.