Es una fiesta litúrgica anual que se celebra en honor de todos los Santos el 1 de noviembre.
El origen de esta festividad es el aniversario de la consagración de la iglesia que antes era el Panteón de Roma, por Bonifacio IV el 13 de mayo del año 609 en honor de la Santísima Virgen y de todos los santos mártires.
Originariamente esta fiesta estaba dedicada a la conmemoración de todos los santos mártires, y se agregaron después los otros santos, convirtiéndose en una fiesta en honor de todos los santos.
Primero se celebraba solo en Roma, y después Gregorio IV la trasladó a la fecha actual, y a petición de Luis IV de Francia, la extendió por su reino.
Sixto IV (1484) le concedió octava.
En la liturgia actual se subraya que es una fiesta común de todos los santos.
La lectura del Apocalipsis nos ayuda a remontarnos a esa multitud de santos de la Jerusalén celestial, mientras la segunda lectura describe la vocación del cristiano que es ser hijo de Dios; el Evangelio muestra el camino de la santidad cristiana que son las Bienaventuranzas.
Pieza fundamental de la eucología (o significado de las oraciones del Misal) de la misa es el Prefacio con la visión de la Jerusalén celestial, hacia la que camina la Iglesia peregrina, y la cercanía de los santos que son amigos nuestros y modelos de vida.