SÍNTESIS HISTÓRICA DE LA NAVIDAD

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Empieza a celebrarse en el primer cuarto del siglo IV, en Roma, entre los años 325 y 335.

Pero ya antes había constancia de esta celebración pues más que una cristianización de la celebración del Sol invictus, establecida por Aureliano en 274, fue un intento de paganización de las celebraciones cristianas en honor al Nacimiento de Cristo con esa “fiesta” pagana instaurada por Aureliano.

Ya en el primer tercio del siglo III hay constancia de que los cristianos celebraban la Navidad el 25 de diciembre.

A finales de este siglo pasa a África (380), Norte de Italia (383), España (380), y a casi todas las iglesias de Oriente, donde ya se celebraba la Epifanía.

San Basilio, por ejemplo, deja constancia de que en Capadocia se celebraba, al menos, entre el 370 y 380.

Al principio Navidad conmemoró un hecho histórico: el Natale Domini (el Nacimiento del Señor).

Más tarde, a consecuencia de las disputas de Arrio y Nestorio, deviene fiesta del misterio de la unión hipostática; secundariamente es también la fiesta del misterio nupcial de Cristo y la Iglesia.

Sin embargo, Navidad fue siempre una fiesta en la que los cristianos celebraban la apparitio Domini in carne, en expresión de San Agustín y San León.

En el siglo V comenzó a celebrarse la octava de Navidad. En Roma tenía unas características especiales, pues en ella se celebraban varias fiestas de santos: San Esteban (26), San Juan Evangelista (27), y los Santos Inocentes (28). Se trata de santos que tuvieron una especial cercanía, carnal y espiritual, con Cristo.

La primitiva celebración de la Navidad sólo incluía una misa que se celebraba en la Basílica de San Pedro a la hora de tercia.

Durante el pontificado de Sixto II (s. V) se introdujo la costumbre de celebrar una misa “a medianoche” en Santa María la Mayor, Basílica del Pesebre.

En el siglo VI, la misa que se celebraba desde un siglo antes en el Palacio Palatino, conmemorando el nacimiento de Santa Anastasia, se convirtió en la “misa de aurora”.

La costumbre romana de celebrar tres misas, como el Papa, no se generalizó hasta el siglo XVI.