La misión incluye comunicar a los demás la propia experiencia del encuentro y del seguimiento de Cristo, de camino hacia la Cruz y la Resurrección.
Se acepta vivencialmente la enseñanza y la amistad de Cristo, optando por él hasta dejarse transformar en sus testigos.
Todos somos llamados a estar con El, hasta llegar a compartir su misma vida y sus amores o sentimientos, en unión fraterna con los demás discípulos.
Se ha de sintonizar con los criterios, escala de valores y actitudes hondas de Cristo. Los discípulos se hacen hermanos del Señor, porque escuchan la Palabra en el corazón y la ponen en práctica, siguiendo el ejemplo de la Virgen.
Todo bautizado es llamado al discipulado, igual que es llamado a la santidad y al apostolado, pero en cada vocación específica tiene sus matices.
La llamada para la misión es un don del Padre y una iniciativa de Jesucristo, y se es llamado para prolongar a Cristo y su mismo estilo de vida en la misión.