Hoy, 19 de octubre, la Iglesia celebra a:
- San JOEL, profeta.
- Santos PTOLOMEO, LUCIO Y otro COMPAÑERO, mártires. Roma. Siendo cristianos honestos, por haber reprendido las costumbres licenciosas y la injusticia en las sentencias, fueron condenados a muerte. (160).
- San ASTERIO, mártir. Lacio. (s. III).
- Santos SABINIANO Y POTENCIANO, presbíteros y mártires. Sens, Galia Lugdunense. Los primeros pastores de esa ciudad. (s. IV).
- San VARO, soldado y mártir. Egipto. Bajo el imperio de Maximiano, al visitar y ayudar a seis santos eremitas encarcelados, sabiendo que un séptimo había muerto en el desierto, se oreció a ocupar su lugar, y junto a ellos, después de varios y crueles tormentos, fueron muertos. (307).
- San GRATO, obispo. Oléron. En tiempo de Alarico, rey arriano de los godos, participó en el Concilio de Agde, para restaurar la Iglesia en la Galia. (506).
- San ETBINO, monje. Bretaña Menor. Llevó una vida solitaria. (s. VI).
- San VERANO, obispo. Provenza. Gozada de gran autoridad, sobre todo por la curación de enfermos. (690).
- Santa FRIDESWIDA, virgen. Oxford. Siendo de estirpe regia, fue elegida abadesa de un monasterio doble de monjes y monjas. (1257).
- Beato TOMÁS HÉLYE, presbítero. Cherbourg. Pasaba los días en el ejercicio de su ministerio y dedicaba las noches a la oración y a la penitencia. (1595).
- San FELIPE HOWARD, mártir. Londres. Siendo conde Arunbel, y padre de familia, perdió gracia ante Isabel I por haber abrazado la fe, a causa de lo cual fue encarcelado y llevó una vida de oración y penitencia, en la pobreza y en las pruebas, hasta el martirio. (1633).
- Santos LUCAS ALONSO GORDO, presbítero, y MATEO KOHIOYE, religioso; mártires. Nagasaki. Dominicos. El primero trabajó antes en las Filipinas y pasó después al Japón, donde fue ardiente ministro del Evangelio durante diez años, y el segundo, de 18 años de edad, fue su compañero en propagar y testimoniar la fe. (1634).
- Beata INÉS de JESÚS GALAND, virgen. Langeac. Dominica. Siendo priora de su monasterio, se distinguió por su ardiente amor hacia Jesucristo y su preocupación por el bien de la Iglesia, ofreciendo continuas oraciones y penitencias por sus pastores. (1634).
- Santos JUAN de BRÁBEUF e ISAAC JOGUES, presbíteros, y COMPAÑEROS, mártires. Canadá. Jesuitas. Son venerados conjuntamente sus santos compañeros que, en la región canadiense, en días distintos, después de muchas fatigas en la misión del pueblo de los hurones para anunciar el Evangelio, terminaron mártires. (1649).
- San PABLO de la CRUZ, presbítero. Roma. Desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Jesucristo, más conocidos como “pasionistas”. (1775).
Hoy destacamos especialmente a SAN PEDRO de ALCÁNTARA
Juan Garavito de Sanabria nació en la provincia de Cáceres en 1499.
Su padre falleció en 1507, y la madre se volvió a casar.
En 1511 fue a Salamanca con el propósito de hacer estudios eclesiásticos para ser sacerdote. Pero no llegó a graduarse, porque entró en los franciscanos descalzaos en el convento de Los Majaretes.
Recibió el hábito en 1515, y cambió su nombre por Pedro de Alcántara.
Profesó en 1516, y recibió la ordenación de presbítero en 1524.
Su convento era uno de los pocos que subsistían de un intento de reforma llevada a cabo por fray Juan de Guadalupe, dentro de una provincia constituida en 1519.
Fray Pedro fue nombrado definidor provincial durante varios años.
Llegó a ser provincial.
Fundó conventos en Villanueva del Fresno, Santa Cruz de Tabladilla y Valverde, y en 1550 promulgó las “constituciones nuevas”.
Como provincial, debía participar en el capítulo provincial de Mantua de 1541, pero enfermó a su paso por Barcelona, donde conoció al Virrey, San Francisco de Borja.
Recorrió Extremadura y parte de Portugal, donde el rey Juan III lo hizo llamar.
Deseando volver a una observancia regular de mucho recogimiento y austeridad, marchó a Roma y en 1554 obtuvo licencia del papa Julio III para empezar vida eremítica y poder fundar conventos reformados, de los cuales fue nombrado comisario, cargo que le fue confirmado después por el papa Pío IV.
De regreso a España, fundó numeroso conventos, erigió la provincia de San José, y publicó unas “ordenaciones provinciales” donde expresó el espíritu de reforma pretendida: los llamados descalzaos alcantarinos, de los que fue reelegido comisario.
En uno de sus viajes, en 1560, se encontró en Ávila con Santa Teresa. Agraciado con el don del consejo dio luz y apoyo a la obra reformadora de la Santa.
Admirando a todos por su penitencia y austeridad, anciano y enfermo, solicitó que lo llevaran a Arenas de San Pedro, donde deseaba morir.
Recitando un salmo, falleció en 1562.