Hoy, 9 de septiembre, la Iglesia celebra a:
- San GORGONIO, mártir. Roma. (203).
- San JACINTO, mártir. (s. inc.).
- San CIARANO, presbítero y abad. Hibernia. Fundador del monasterio de Clonmacnois, al lado del río Shannon. (s. VI).
- Santa MARÍA de la CABEZA, esposa. Castilla la Nueva. Esposa de San Isidro Labrador. Vivieron una vida humilde y hacendosa. (s. XII).
- Beato JORGE DOUGLAS, presbítero y mártir. York. Nació en Escocia. Maestro de escuela y ordenado sacerdote en París, bajo el reino de Isabel I. Fue al patíbulo por persuadir a otros a abrazar la fe católica. (1587).
- San PEDRO CLAVER, presbítero. Nueva Cartagena, Colombia. Jesuita. Nació en Lérida. Destinado a la carrera eclesiástica, se hizo jesuita. Después de ser enviado a Colombia se dedicó a la atención de los esclavos negros. (1654).
- Beata MARÍA EUTIMIA ÜFFING, virgen. Münster. Pasó toda su vida sirviendo a los enfermos en la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Compasión mostrando su eximia piedad y benignidad. (1855).
- Beato PEDRO BONHOMME, presbítero. Gramat, Francia. Se distinguió por las misiones populares y la evangelización de los campesinos, y fundó la Congregación de Hijas de Nuestra Señora de Monte Calvario, para cuidar a jóvenes, enfermos y necesitados. (1861).
- Beato JACOBO DESIDERIO LAVAL, presbítero. Port Lous, Isla Mauricio. Después de ejercer algunos años de médico, ingresó como misionero en la Congregación del Espíritu Santo, desde donde llevó a esclavos negros la libertad de hijos de Dios. (1864).
Hoy recordamos especialmente a BEATO FRANCISCO GÁRATE ARANGUREN
El “Hermano Gárate”, como es popularmente conocido, nació en Azpeitia muy cerca de donde nació San Ignacio, en 1857.
Familia numerosa, modesta y cristiana. Dedicada a la labranza. Desde pequeño trabajó en el campo igual que todos sus hermanos.
Entabló amistad con los jesuitas del santuario de Loyola y, cuando contaba 14 años de edad, sus padres lo enviaron al colegio de la Compañía de Jesús de Orduña en Vizcaya. Allí trabajó en diversos oficios, incluido enfermería.
Sintiéndose atraído por la vida religiosa, en 1874 pidió el ingreso en la Compañía. En 1876 profesó como hermano coadjutor.
En 1877 lo destinaron al colegio de La Guardia, en Pontevedra. Allí se entregó de lleno a los enfermos.
Pero las muchas horas de trabajo y las frecuentes noches en vela minaron su salud, por lo que los superiores decidieron enviarlo a la portería de la Universidad de Deusto, en Bilbao. Allí su vida podría ser más tranquila.
Pasó en este servicio los cuarenta años restantes de su vida dando un ejemplo excelso de todas las virtudes. En la portería atendía a los estudiantes, a los pobres, a la gente necesitada de los caseríos cercanos… para todos tenía una palabra de acogida, un gesto de cariño o una limosna que dar.
Después de una vida santificada por la oración, el trabajo y la heroica caridad, murió en 1929.