Hoy, 23 de junio, la Iglesia celebra a:
- SANTOS MÁRTIRES de NICOMEDIA. Turquía. En tiempo de Diocleciano, refugiados en las montañas y cuevas, con ánimo sereno, aceptaron el martirio. (303).
- Santa ETELDREDA, abadesa. Inglaterra. Hija de reyes y asimismo reina de Northumbría. Después de rechazar el matrimonio, recibió el velo monacal de manos de San Wilfrido en el monasterio que ella mismo había fundado, donde dirigió maternalmente a sus monjas con sus ejemplos y consejos. (679).
- San BILIO, obispo y mártir. En Bretaña Menor. Asesinado por los normandos durante el saqueo de Vannes. (914).
- San LANFRANCO, obispo. Pavía. Varón de paz. Sufrió mucho por fomentar la concordia en su comunidad. (1194).
- San WALHERO, presbítero y mártir. En Hainaut, Bélgica actual. Fue muerto a golpes de remo por un sacerdote a quien recriminaba sus malas costumbres. (1199).
- Beata MARÍA, fundadora. En Oignies, Francia. Dotada de dones místicos. Con el permiso de su esposo se recluyó en una celda, e inició el instituto de las “Beguinas”. (1213).
- Beato PEDRO JACOBO de PESARO, presbítero. Piceno. Ermitaño de San Agustín. (1496).
- Santo TOMÁS GARNET, presbítero y mártir. Londres. Jesuita. Ordenado sacerdote en el Colegio de los Ingleses de Valladolid. Al regresar a Inglaterra fue encarcelado dos veces, finalmente, ajusticiado en Tyburn, en tiempos de Jacobo I. (1608).
- Beata MARÍA RAFAELA CIMATTI, virgen. En Lacio. Congregación de Hermanas Hospitalarias de la Misericordia. Llevó una vida humilde y oculta. Mostró su caridad atendiendo a los enfermos, especialmente los pobres. (1945).
Hoy recordamos especialmente a SAN JOSÉ CAFASSO
Nació en Castelnuovo d’Asti en 1811.
Familia muy religiosa.
Inclinado a la piedad desde niño, optó por el sacerdocio.
Tras estudiar la filosofía y teología recibió la ordenación en 1833.
Fue invitado a parroquias para ocupar puesto en ellas, pero prefirió completar su formación en el convictorio eclesiástico de Turín.
Allí se acreditó pronto y se le asignó una cátedra, y más tarde se le adjudicó la de Moral, su materia preferida.
Su prestigio le valió tanto que, muerto el rector en 1848, fue él el designado para sucederle.
Su gran labor consistió en la exquisita formación que proporcionó al clero en espiritualidad y en Moral, haciendo principales maestros de su doctrina a los santos Ignacio de Loyola, Francisco de Sales y Alfonso María de Ligorio.
Uno de sus alumnos, el más aventajado, fue San Juan Bosco. De él aprendió la alegría espiritual, el amor fraterno, el amor a la Virgen María y la piedad sincera, así como la devoción al Papa.
Murió en Turín en 1860.