SANTA MARGARITA MARÍA y EL CORAZÓN DE JESÚS

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Santa Margarita marca un antes y un después en la espiritualidad católica. Su vida encaja casi perfectamente con la segunda mitad del siglo XVII (1647-1690).

Gracias a ella tuvo lugar la extensión de la devoción al Sagrado Corazón y la celebración de su fiesta litúrgica.

Pero Margarita no apareció de la nada, ni estuvo sola a lo largo de su existencia. Tuvo, en muchos momentos de su vida, la compañía de familias religiosas que, en gran medida, suplieron las desgracias que tuvo en su hogar y que, con el tiempo, prepararon a quien es tenida como apóstol del Corazón de Cristo.

La historia de las revelaciones de Margarita María es un relato cuasi “amoroso”, en el cual Cristo poco a poco fue educando a su elegida para ser cauce de gracia, como nos revela la autobiografía por ella escrita, relatando cuanto le había sugerido el Señor durante su vida, también en los momentos de redacción.

La vida de Margarita no fue nada fácil.

Su juventud no fue cómoda.

Si contó sus experiencias fue porque el Señor se lo dijo.

Gracias a sus relatos autobiográficos se pueden reconstruir las distintas revelaciones que experimentó a lo largo de su vida.

La razón de las revelaciones que tuvo fue triple:

  • La personalidad de la santa
  • Su corazón como canal para repartir las gracias divinas
  • La gracia de Dios es resistente a todo tipo de pruebas

Su vida espiritual giró en torno a los principios de la espiritualidad tradicional católica:

  • La Eucaristía
  • La renuncia al pecado
  • La devoción a la Virgen

Destacó por la precocidad de estas prácticas. Por eso, las clarisas la recibirán con los brazos abiertos, y se admirarán por su alumna. Así hará la Primera Comunión ya a los 9 años, algo inaudito entonces.

Pronto experimentó el dolor y el sufrimiento. Sufrirá una enfermedad reumática, y estará encamadas seis años. Aspiraba a la vida religiosa, y no podrá llevarlo a término, de ahí que se consagre a la Virgen en privado.

Experimentaría las vanidades del mundo, algo propio de la edad. Pequeñas distracciones que le llamaron la atención a la hondura de su vida espiritual.

Empieza a tener experiencias sobrenaturales como fueron las correcciones de la Virgen María.

Las dificultades domésticas fueron abriéndole a un nuevo aspecto de la vida espiritual: la penitencia y el ayuno. Privaciones, maltrato, humillaciones. Su fuerza estuvo en el amor al Redentor. A través de las representaciones más comunes de la época como serían el Crucificado y el Ecce Homo tendrá deseos de parecerse al Señor.

Su vida piadosa marcada por el dolor se fue fortaleciendo, hasta llegar a tener coloquios con el Señor en sus visiones.

Santa Margarita interpretó que todo lo que le sucedía era porque Dios tenía un plan.

No tenía quien dirigiese su alma. Todo se basó en coloquios con el Señor y en confidencias con la Virgen María.

Todas estas experiencias definieron su camino vocacional, no exento de dificultades y pruebas.

Con el tiempo, venciendo las presiones familiares, aunque todavía tenía que encontrar un sitio en el que continuar su historia de amor con Jesús.

Finalmente, entrará un 20 de junio de 1671 en el convento de las salesas de Paray-le-Monial. Será su primer gran hogar. Aquí contemplará el Corazón ardiente del Señor, aquí el Señor le reclamará el suyo. A ella le quedará un dolor en su costado, aunque sin herida.