SAN JUAN CRISÓSTOMO (boca de oro)

by AdminObra

Hoy celebramos la memoria litúrgica de este Padre de la Iglesia de mediados del siglo IV.

Es representante de la “Escuela de Antioquía”, y se considera discípulo de Diodoro de Tarso, antioqueno de nacimiento, quien fue considerado por el emperador Teodosio II uno de los “árbitros más seguros de la ortodoxia”.

El “Crisóstomo” es el autor más importante de este período histórico.

Nació en los años centrales del siglo IV, en Antioquía.

Hijo de una familia cristiana acomodada.

En Antioquía inicia los estudios de filosofía y retórica. Tras recibir el bautismo fue instituido “Lector”.

Vivió unos años como ermitaño en el desierto donde lastimaría su salud.

En todo este tiempo no abandonó el estudio de la Sagrada Escritura.

Al regresar a Antioquía fue ordenado diácono. Al cabo de cinco años, sería ordenado presbítero.

El obispo Flaviano le asignó la tarea de la predicación en la principal iglesia de la ciudad, cargo que desempeñó durante doce años. De aquél entonces parte el sobrenombre de “Crisóstomo”, o, “Boca de oro”. Fue una etapa hermosa.

Los últimos ochos años de su vida fueron tumultuosos.

Fue elegido obispo de Constantinopla en 397. Allí lo llevaron con engaños contra su voluntad.

Una vez ordenado obispo, contra la voluntad de muchos, quiso comenzar una restauración eclesiástica en la que se estrelló contra los intereses creados. Se enemistó con parte del clero y con la emperatriz Eudoxia.

Por medio de falsas acusaciones, Teófilo de Alejandría, consiguió que San Juan fuera depuesto y desterrado por el emperador. El pueblo de Constantinopla se amotinó y San Juan pudo entrar de nuevo en la ciudad.

Sin embargo, la situación volvió a degradarse y tras dos meses, hubo de marchar desterrado hacia Armenia. San Juan Crisóstomo pidió ser desterrado más lejos todavía pues mucha gente iba a visitarlo y él temió por su vida. Lo deportarían hacia el extremo oriental del Mar Negro. Yendo hacía allí, moriría a causa de un viaje lleno de penalidades y humillaciones, en el año 407.

La producción literaria de San Juan Crisóstomo se ha conservado muy bien.

Es extraordinariamente amplia, y está compuesta por SERMONES, aunque también hay tratados de importancia considerable y un buen número de cartas.