“Los teólogos prueban con razones y con autoridad de los santos que San José debió ser realmente virgen, y que haría voto de corazón y de palabra, pero condicionalmente. La primera razón está tomada del Evangelio: José fue justo, y por tanto, casto. Además, tuvo por esposa a la bienaventurada, siempre Virgen maría. Luego él fue también siempre virgen. Y lo fue por voto, puesto que ambos esposos guardaron castidad por mutuo consentimiento. Como dice San Jerónimo, la Santísima Virgen había consagrado su virginidad a Dios. (…). María hizo voto de virginidad en el secreto de su corazón, porque la prefería al matrimonio, quizá sin darse cuenta de que por esto agradaba tanto a Dios. Más tarde hizo expresamente el voto, cuando fue tranquilizada por el ángel y tuvo consentimiento de su esposo José.
Y decimos que el voto del santo fue condicionado, pues José fue el límite que separó a los varones de la Nueva y la Antigua Alianza: como la aurora del día y de la noche. Ahora bien, con el voto de virginidad se conformaba con la Ley Nueva, que lo recomienda, y haciéndolo condicionado respetaba la Antigua, que prohibía todo género de vida que se opusiera a dejar descendencia sobre la tierra”.