La idea que homogeneiza la “esperanza” transhumanista es el adviento del fin de la historia.
Sus fundamentos intelectuales se reflejan como una filosofía “cosmoteántrica”, esto es, como una interpretación del ser en general y de las relaciones fundamentales: Dios, hombre, mundo en la historia.
Así, la cosmovisión transhumanista reduce la trascendencia humana a la unidad con la totalidad del Cosmos, a la pura inmanencia intratemporal.
Según ellos, se trata de que el Universo se torne consciente y que acontezca la “mente universal”.
Las cuestiones planteadas en el discurso transhumanista trascienden el discurso tecnológico y se adentran en las regiones de la metafísica y la antropología.
Los oráculos tecnológicos y los profetas transhumanistas nos muestran hacia dónde debemos ir y las terribles consecuencias de no comprender lo deseable que es la fatalidad de los nuevos tiempos.
El transhumanismo tiene la pretensión de llevar el control técnico de lo humano hasta sus últimas consecuencias y ello en una actitud que podríase calificar de “antitecnológica”, porque si la tecnología ha consistido hasta ahora en la creación de una sobrenaturaleza que adapta el medio al sujeto, sin embargo, el transhumanismo pretende conseguir con ella un sujeto adaptado a cualquier medio.
La cosmovisión cristiana entiende que es el hombre el que necesita de la salvación de Cristo, no tanto de la singularidad tecnológica y de la liberación de su condición biológica humana.