En este día de Cuaresma, la Palabra de Dios nos pide que nos pongamos ante Él con humildad y reconociendo nuestros pecados. Lo hacemos siempre al empezar los Sagrados Misterios. Es importante empezar de ese modo. Ante semejante ejercicio de pureza, no tenemos más remedio que comenzar bien, admitiendo que hemos dejado espacio al pecado en nuestra vida.
El Catecismo nos dice que la petición de perdón es el “primer movimiento de la oración”, es decir, así hay que hacer siempre que nos pongamos ante su presencia, reconociendo nuestros pecados, y solicitando su compasión. Una vez hecho este ejercicio, vendrá todo lo demás: la adoración, la petición, la gratitud.
En Cuaresma, hagamos el propósito de cuidar especialmente el reconocimiento de nuestros pecados al comenzar la Misa. Hagámoslo muy convencidos, siendo muy sinceros. Muy humildemente.