Según el calendario judío, la fiesta de SHABUOT (conmemora la entrega de la Torá -el Pentateuco- en el Monte Sinaí, siete semanas después del éxodo del pueblo judío de Egipto. De hecho, literalmente, Shabuot significa “semanas” y es celebrada exactamente siete semanas después del primer día de Pesaj, que conmemora el éxodo propiamente dicho) se celebra el 6 o 7 de siván.
Los hebreos habían llegado al Sinaí cincuenta días después de cruzar el Mar Rojo.
En la fiesta de SHABUOT, de Pentecostés (en griego), se celebra el don de la Torah que Dios hizo a Moisés en el Sinaí y, a través de él, al pueblo.
La fiesta dura un día. En Israel se celebra, concretamente, el día 6 de siván.
“Shabuo” es el plural del sustantivo hebreo “shabu’a”, que significa “semana”.
Se trata, pues, de la “fiesta de las semanas”.
De la raíz de esta palabra, “shabu’a” se pueden entresacar otros términos derivados: “siete”, y “juramento”. Todos están relacionados con lo que estamos explicando. De ahí que los rabinos, en ocasiones, denominasen a la “fiesta de las semanas” la “fiesta de los juramentos”.
Aprovechamos para recordar que el término “juramento” está muy relacionado con otro concepto clave del Antiguo Testamento, y de toda la Sagrada Escritura, “Alianza”. Por eso, la fiesta judía de “Pentecostés” es al mismo tiempo la “fiesta de las semanas” y fiesta de la “Alianza”, esto es, el don de la Torah (Ley) hecho por Dios al pueblo.
Esta fiesta de Shabuot también era conocida como la fiesta de la “siega”. Fue, entonces, una fiesta, asimismo, agrícola en la cual cada judío ofrecía al Templo las primicias del trigo y de los frutos de la primavera. También se le ha llamado “fiesta de las primicias”.
Shabuot se convirtió en fiesta de la Alianza, de la recepción de la Torah sobre el Monte Sinaí.
No se trata de una mera conmemoración, sino más bien del memorial de la revelación de Dios sobre el Sinaí, del don de las Diez Palabras de vida (los Diez Mandamientos) y de la promulgación de la Ley escrita y oral por medio de Moisés.
Para los cristianos, la Torah está escrita en el corazón y se le concede al hombre en su ser más íntimo por medio del don del Espíritu Santo.
Dios mismo entra en el templo, que es el hombre: no se trata ya de una ley externa, sino del mismo Dios, que se hace “uno” con el hombre. supone el cumplimiento de la Nueva Alianza, prometida por los profetas, de la “Ley escrita” en el corazón.
Para los hebreos, en cada fiesta de Shabuot Dios renueva el don de la Ley a su Pueblo, se renueva el milagro del Monte Sinaí: Dios dona su Palabra de vida en el “hoy” del Pueblo.
La liturgia cristiana también actualiza en la vida de sus fieles bautizados lo que Dios ha prometido en la historia de la salvación por medio de los profetas, especialmente Jeremías.