Signos sagrados (acciones, ceremonias u objetos) que, sin pertenecer a los siete Sacramentos, son también señales por los que Cristo comunica gracias a los fieles por intercesión de la Iglesia.
Ayudan a combatir el mal y a santificar la vida. Cuando estos se hacen con la disposición correspondiente, quitan las culpas veniales, sirven de un gran socorro espiritual para las almas y de defensa inexpugnable contra nuestros enemigos infernales en cuanto al espíritu y al cuerpo.
Se reconocen en las Bendiciones; Exorcismos; Dedicaciones de las Iglesias y altares; Consagración de vírgenes; la Profesión Religiosa; las Exequias; la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento; la Coronación de alguna imagen; las Rogativas; la Bendición de las puertas de una iglesia; Colocación de la primera piedra de una iglesia; Apertura de una Puerta Santa; etc.
Entre los objetos destacan el Escapulario de la Virgen del Carmen; la Medalla de San Benito; el Agua bendita; la Sal exorcizada; etc.
Son instituidos por la Iglesia.