PREPARANDO LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY – 4

by AdminObra

Una vez Pío XI acreditó el carácter revelado de la doctrina de Cristo Rey, la afirma en su persona y doble naturaleza. La realeza pertenece a la persona misma de Cristo.

Cristo, según enseña la teología, es una sola persona con dos naturalezas: la persona única del Verbo posee una naturaleza divina y una naturaleza humana. De El, el Unigénito del Padre encarnado, afirmamos es Rey. En consecuencia, dice Pío XI que “por el sólo hecho de la unión hipostática, Cristo tiene potestad sobre la creación universal”, que San Cirilo de Alejandría había expresado en el siglo IV: Jesucristo es Rey por esencia y naturaleza.

Por eso –advierte el Pontífice- sería grave negar “a la humanidad de Cristo el poder real sobre todas las cosas y cada una de las realidades sociales y políticas del hombre”.

Hay una doctrina teológica-política cristiana de acuerdo a la cual, en tiempos de la Cristiandad, al rey secular se le reconocía ser una persona y poseer dos cuerpos, uno humano y otro divino. Del mismo modo, podríamos decir de los “dos cuerpos” de Cristo Rey, pero en cuanto a su doble naturaleza: tiene El la monarquía pontificia de la realeza sacerdotal, el ‘sacerdotium’, y posee también la supremacía secular de la realeza temporal, el ‘imperium’. Cristo dirige ambas potestades armónicamente en vista del fin del ser humano, pero a cada una según su naturaleza, sobrenatural la primera, natural la otra.

El de Cristo es un reino de pueblos y de hombres, de hombres fieles e infieles, reino –como tantas veces se dijo- de los corazones, espiritual, interior; pero siendo –aunque no exclusivamente- un reino sobre los hombres y de hombres necesita de una arquitectura exterior, carnal si se quiere, exige instuticiones. Los hombres no somos ángeles. Mas si entre los ángeles hay jerarquías, órdenes, autoridades, ¿cómo no haberla entre los hombres?

El ‘sacerdotium’ Cristo lo ejerce a través de su Iglesia. Y el reino secular de Nuestro Señor no pocas veces se dice de “la sociedad”, de la realeza de Jesucristo sobre las familias y los cuerpos intermedios. Pero es evidente que su ‘imperium’ sobre los negocios seculares no excluye su ejercicio en la comunidad política. Pío XI ha sido terminante en este sentido.