¿Cuál es el sentido de codificar la doctrina de Cristo Rey en una encíclica? Codificar es ordenar una doctrina en artículos y poner entre ellos un orden, disponerlos rectamente conforme a un fin. En ese sentido puede decirse que la encíclica de Pío XI, un 11 de diciembre de 1925, codifica la doctrina de Cristo Rey.
Todo orden es para un fin, ¿cuál es ese fin? El fin es instaurar todo en Cristo Rey, restaurarlo todo en El. Reinar es propio de un rey.
Nuestro Señor lo señaló cuando dijo que hay que buscar primero el Reino de Dios y su justicia.
Pío XI lo había expuesto unos años antes de la Quas Primas, adoptando por lema de su reinado: Pax Christi in regno Christi.
Instaurarlo todo en Cristo significa restaurar en la tierra el reino de Dios.
La Iglesia siempre ha enseñado la necesidad humana de establecerlo todo en Nuestro Señor como remedio a la secularización, que saca las cosas de Dios, desconoce su autoridad, su Ley su Iglesia. La secularización –y su secuela, la laicidad- son la expresión del non serviam, la reiteración de la desobediencia.
San Pío X lo dice largamente, y Pío XI lo ha sostenido desde el comienzo de su pontificado. Por la operante secularización, los hombres ignoran, desconocen, las cosas de Dios.
Restaurarlo todo en Cristo comporta restablecer los derechos de la religión, redirigir la vida temporal al fin sobrenatural. Restauración espiritual de la vida sobrenatural, es cierto: restauración religiosa que ha de partir del mismo sacerdocio, y prolongarse en la acción de los laicos, para formar todo y todos en Cristo, según el mandato del Apóstol San Pablo (Gal 4, 19).
Restaurarlo todo en Cristo, poner a Cristo Rey como principio y fundamento de la vida espiritual y del orden temporal, tal es la misión de la Iglesia y de los católicos, el fin necesario al que se debe tender. El comienzo de Quas Primas fue una insistencia acerca de los perjuicios que se provienen de la renuncia al fin.
Si los hombres y pueblos anhelan la paz, la verdadera paz, decía el papa Pío XI, ella está en el reino de Cristo, porque “el medio más eficaz para el restablecimiento y la consolación de la paz es la restauración del reinado de Jesucristo” (QP, 1).