ORNAMENTOS DEL SACERDOTE PARA CELEBRAR LA MISA – 1

by AdminObra

EL AMITO

Es una vestimenta rectangular blanca, de lino (a poder ser), que recubre el cuello y los hombros, ceñida al cuerpo por dos cintas. Simboliza un escudo de salvación.

Viene de la palabra latina ‘amicere’, que significa ‘cubrir’.

Esta prenda es introducida en el siglo VIII con el objeto de cubrir el cuello, que los eclesiásticos y legos llevaban entonces descubierto y de conservar la voz y consagrarla al Señor para cantar sus alabanzas.

Poco después se miró el amito en muchas iglesias como un ornamento que debía suceder al saco de penitencia.

En Roma, y en la mayor parte de las iglesias, se le consideró en el año 900 como un casco que se ponía en la cabeza hasta que el sacerdote estaba revestido, dejándolo caer en el cuello antes de comenzar la Misa.

Se ha querido que el sacerdote al ir al altar se contemplara armado contra los ataques del demonio, según lo que dice San Pablo “Poneos las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo, (…). Poneos el casco de salvación” (Ef 6, 11. 17).

De aquí se ha formado la oración que se dice al tomar el amito:

Ad Amictum:

Impone, Domine, capiti meo galeam salutis, ad expugnandos diabolicos incursus.

Amito:

Pon, Señor, sobre mi cabeza el casco de salvación, para rechazar los asaltos del enemigo.

 

Pero como inmediatamente que se pone el amito en la cabeza se le deja caer para circundar el cuello, no debe perderse de vista la razón misteriosa más antigua que ha habido para ponerse el amito, la cual es que el amito es una señal de retención de voz, esto es, que los que toman el amito, ya sea para decir Misa o para hacer de diácono, o acólito, deben entrar en el recogimiento más profundo y guardar desde este momento el silencio más riguroso en cuanto no concierna al Santo Sacrificio.