O ORIENS, III – 21 de diciembre

by AdminObra

Oh Sol que naces de lo alto (Zacarías 3, 8; Jeremías 23, 5), esplendor de la luz eterna (Sabiduría 7, 26) y sol de justicia (Malaquías 3, 20): ven e ilumina a quien yace en tinieblas y en sombras de muerte (Isaías 9, 1; Evangelio según san Lucas 1, 79).

Cristo ha dado fin a las supersticiones paganas. Un astro anunció su Nacimiento, designándole a El mismo como la estrella de la mañana por excelencia, en espera de que este mismo astro surja en nuestros corazones.

Es el verdadero Sol que ilumina al mundo renovado. Y si es cierto que el oscurecimiento de los astros precederá como un signo a su Parusía gloriosa, como marcó el momento de su muerte, es que en el mundo futuro estas luces creadas resultarán inútiles: la gloria de Dios iluminará por sí misma a la Nueva Jerusalén, y el cordero será su antorcha.