«NO SOY DIGNO»… TAMBIÉN LAS MUJERES (D. Javier Sánchez (+), liturgista, nos los explica)

by AdminObra

Existen pequeños detalles sobre la liturgia que resultan de tremenda actualidad, es decir, vas a un sitio u otro y sufres los mismos errores en esos pequeños detalles. No se hunde el mundo, ciertamente, ni se arruina el valor de la Santa Misa, ni su carácter latreútico, eucarístico, impetratorio, etc., pero es una nota disonante en medio de todo el concierto sinfónico.

Pues volvamos a ello.

El sacerdote dice, en el rito romano, antes de la Comunión: «dichosos los invitados a la Cena del Señor». Y todos los fieles, varones o mujeres, responden pidiendo las palabras prestadas al centurión romano: «Señor, no soy DIGNO -¡no »¡digna!«- de que entres en mi casa…»

El lenguaje de la ideología de género, tan políticamente correcto, ha penetrado en la liturgia. Suenen las sirenas y las alarmas ante tal aberración. Rásguense las vestiduras llenos de estupor.

Sí, sí ha entrado.

Antes de comulgar el sacerdote invita a acercarse al Misterio Sacramental: «Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor». Dos frases bíblicas unidas.

¿Qué se responde? Con una frase bíblica: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme».

Respondemos con las palabras del centurión, creyente profundo, y ni en Israel encontró el Señor tanta fe.

Los fieles antes de comulgar repiten una frase evangélica.

Pero el lenguaje de «miembros y miembras» la ha transformado en «Señor, no soy dignA…» en caso de ser pronunciada por mujer, seglar o religiosa.

No se trata del sentimiento personal de dignidad, sino de repetir las palabras del centurión con fe.

¿Se imagina alguien a un varón, recitando el Ángelus, y diciendo: «aquí está EL esclavO del Señor, hágase…». No. Repite en femenino las palabras de la Virgen («aquí está LA esclavA del Señor…»): simplemente recuerda y repita lo que dijo Ella.

Pues antes de la comunión, los fieles, sean varones o mujeres, repiten lo mismo del centurión: «no soy dignO».

Éste es el sentido y la verdad de la liturgia misma.