“VIDA Y RESURRECCIÓN NUESTRA”
Jesucristo es el dador de vida. La misión del Verbo encarnado fue precisamente la de dar a la humanidad la vida espiritual, destruida por el pecado, ya que por Adán vino la muerte.
Triple muerte causada: la muerte espiritual, que priva al alma de la amistad divina; la muerte física, que destruye todas las existencias; la muerte eterna, que priva de la visión beatífica.
Jesucristo reparó esta triple muerte, devolviendo al hombre la triple vida de que había sido despojado. El, en efecto, nos mereció el precioso tesoro de la gracia y de la reconciliación con Dios, que nos hace renacer a la vida sobrenatural. El fue causa eficiente y ejemplar de la resurrección de la carne, venciendo a la muerte física. Finalmente, nos volvió a abrir las puertas del Cielo, en donde gozaremos de la misma vida beatífica de Dios.
Estos inmensos dones son efectos del amor y del dolor del Corazón de Jesucristo. Al amor misericordioso de Jesús, simbolizado por las llamas en que arde su Corazón Divino y a la cruz que sobresale de ellas, símbolo de su dolor atrocísimo, debemos nosotros la vida espiritual, temporal y eterna.