5. MES DE JUNIO – LA COMUNIÓN ESPIRITUAL

by AdminObra

Comulgar es unirse; es entrar en comunicación de ideas y de sentimientos de vida y subsistencia, sea con un ser, sea con una cosa.

Hay comunión con los pensamientos, con los deseos, con los sentimientos de un padre, de un esposo, de un hermano. Hay comunión con las ideas, con los proyectos, con los afectos de un amigo.

Pero hay una unión muy superior y deseable entre todas, a la cual nos invita Nuestro Señor.

Para llegar a esta unión con su criatura, El ha colmado los abismos y salvado las distancias. Está allí, bajo una partícula de Hostia consagrada; podemos recibirla, comulgar y transformarnos en El.

Pero sólo una vez al día podemos recibir este don tan estimable.

Entre tanto, y para mitigar el ardiente deseo de repetir el adorable encuentro, se nos ofrece la Comunión espiritual.

Fuera de la Misa, o no pudiendo recibir a Nuestro Señor sacramentalmente, tenemos la oportunidad de recibirle en una Comunión Espiritual. Pero lamentablemente no solemos tenerlo en cuenta, y el motivo no es otro que la falta de amor.

La Comunión Espiritual es un hambre de amor, un transporte hacia Jesús, una llamada a su ternura. “SALVADOR MÍO, TE AMO, Y PORQUE TE AMO, QUISIERA ENCONTRARTE, UNIR MI CORAZÓN AL TUYO. NO SIÉNDOME POSIBLE, TE SUPLICO ME BENDIGAS Y TE DIGNES CONCEDERME LAS MISMAS GRACIAS QUE SI TE RECIBIERA REALMENTE”.

Como la Comunión Espiritual es un asunto de corazón, de amor y de deseo, responde admirablemente a las intenciones del Corazón de Jesús: es un culto tributado al Corazón.

Puesto que la Comunión Espiritual es cuestión de deseo y de amor, ningún pretexto podemos alegar que nos impida ofrecer al Corazón de Jesús ese consuelo y procurar a nuestra alma las gracias que provienen de ella.