Una vez más, Jeremías. Pocos profetas anticipan a Jesucristo como Jeremías. Sufrimiento y contrariedad uno, sufrimiento y contrariedad del Otro.
La gente se queja en Jerusalén porque Jeremías les atemoriza. Por algo será. No le harían caso. Y pasó lo que pasó. Jerusalén, con tres deportaciones al país de los caldeos, quedaría como tierra deshabitada.
No se lo perdonan. Pasa algo similar cuando el sacerdote nos habla del infierno. La gente se indigna. Muy mal. Se atemorizan. Y en vez de examinarse, se indignan con el sacerdote. Se ponen “dignos”, “ofendiditos”, como se ha puesto de moda ahora. La gente se ofende por todo ahora. ¿Por qué? Se creen más puros. Puros, no. Son puritanos, perversión de lo puro. El puritanismo es una perversión.
Todos buscarán que Jeremías, y el sacerdote, se equivoque, cometa una falta. Lo desean. No les importa que cometa un pecado. Al contrario. Lo quieren. Revisarán su pasado. Buscarán algo. Querrán encontrar algo sospechoso para robarle la autoridad moral y así deje de “molestarlos” con sus pesquisas.
Pero deben ser inquietados. Sus conciencias no funcionan. Están atascadas. Dios no les puede hablar a través del canal de la conciencia, y ha elegido a hombres para que hablen por El. Serán profetas, o serán sacerdotes de la Nueva Alianza.
Pero Jeremías confía en el Señor, y en su dimensión castrense. Será, siempre, nuestro “fuerte defensor”. Actuará cual héroe militar. Es más, el Señor dejará en evidencia no al profeta, no al sacerdote, sino a sus acusadores que son “gente perversa”.
La misma “gente perversa” que ha decretado apedrear a Jesús en la Fiesta judía de la Dedicación. ¿Por qué le apedrean? Por sus obras buenas. Los judíos dirán que es porque Jesús blasfema. Disculpas. No soportan sus obras buenas. ¡Qué mala es la gente!
No era la hora de Jesús y se les escabulle. Se fue a zona segura, al otro lado del Jordán, con mucha gente que lo aprobó y lo siguió pues creyeron en El.
La verdad nos provoca enemigos. Pero también nos concede imitadores y seguidores. ¿Qué prefieres vasallos o seguidores?
Dios protege a los suyos, y permite que sufran unos males limitados, ni más ni menos.