CONTINUAMOS…
- La Resurrección de Jesús, hecho real: las pruebas objetivas de la Resurrección muestran que la certeza de los Apóstoles acerca de que Jesús había resucitado no toma origen en convicciones personales, no se trata de alucinaciones psicógenas, tan ajenas a unos realistas y rudos trabajadores del mar o del campo.
Más aún, los Doce no estaban dispuesto a aceptarlas; les cogió tan de sorpresa, que inicialmente mantuvieron una actitud de rechazo, tanto que se manifestaron incrédulos a las primeras noticias, por lo que fueron recriminados por Jesús a causa “de su incredulidad” (Mc 16, 14).
Mayor rechazo aún destaca el caso de Santo Tomás (Jn 20, 24-29). No se trata, pues, de alucinación alguna, sino que la certeza les viene de “fuera”, de forma que las primeras dudas son disipadas por la patencia de los hechos: el sepulcro está vacío, el cuerpo del Crucificado ha desaparecido y además se les aparece, de acuerdo con las consignas dadas por los ángeles. Tampoco hay “éxtasis” en estos encuentros, sino que reaccionan con miedo.
Luego inician el diálogo y se acompañan de signos visibles, pues platican con el Maestro, éste les adoctrina de nuevo, le tocan y come con ellos, etc.
Se trata, pues, de SIGNOS EXTERNOS REALES y VERIFICABLES: EL RESUCITADO NO ES OTRO QUE JESÚS EL CRUCIFICADO.
SEGUIREMOS…