El “acontecimiento” mismo de la Resurrección de Jesús NO es un hecho verificable con los métodos históricos o científicos; no sucede en la historia, ante los ojos de las personas.
En el plano fenomenológico NO se puede contemplar o constatar a Cristo resucitando como el fenómeno de una puesta de sol o el vendedor que ofrece su producto en el mercado, pues no se puede captar con los sentidos. No.
La Resurrección, al ser la victoria definitiva sobre la muerte, y su glorificación celestial, excede el tiempo y el espacio; NO está dentro de los parámetros del conocimiento humano. Es, METAHISTÓRICA.
No se trata de un regreso a la vida pasada, sino de alcanzar la vida inmortal. Por ello, la naturaleza del acontecimiento, su esencia íntima, no la puede conocer el hombre si no la da a conocer el mismo Resucitado.
Nadie puede decir cómo sucedió, pues el entrar en la Vida, el volver a la Gloria celeste, no es perceptible a los sentidos humanos.
Nos encontramos, pues, ante un acontecimiento real, pero que no se puede objetivar con los métodos de la ciencia positivista.
El estudio histórico, entonces, se centrará en el testimonio de los hombres que afirmaron que Jesús había resucitado y a algunas consecuencias que se derivaron de tal suceso.