LA ORDEN DE LA VISITACIÓN, o SALESAS (VISITANDINAS)

by AdminObra

La Orden de las Religiosas de la Visitación, fundada en 1610 por San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal, es de las fundaciones de perfección femeninas más importantes en la Europa postridentina, que contribuirán a llevar a término la verdadera reforma católica.

San Francisco de Sales había concebido el plan de la fundación de una institución para ocuparse de la buena formación del mundo femenino.

En esa fundación habría mujeres consagradas algo avanzadas en edad o enfermizas, pero con fuerzas suficientes para trabajar en el apostolado.

Dejando cierto rigor monástico antiguo, podría suplirse con el espíritu interior y con las obras de caridad.

San Francisco conocería a la baronesa de Chantal, que, habiendo enviudado, deseaba entregarse al servicio de Dios.

En 1610 iniciaría, junto con varias compañeras, la vida común, poniendo la base de la Orden de la Visitación. Sus miembros serían conocidas como las “salesas”.

En 1611, San Francisco de Sales recibía los votos de las tres primeras profesas; pero inmediatamente se planteó la primera dificultad.

Con el objeto de que pudieran atender mejor al cuidado de los enfermos y a la educación de las niñas, el santo fundador quiso introducir dos innovaciones:

  • Quitar la clausura rigurosa de las profesas
  • Dejar el hábito, conservando un vestido negro.

Al mismo tiempo debían hacer sólo “votos simples”, lo cual chocaba con las ideas del tiempo, que no concebían a las verdaderas religiosas sin votos solemnes y completa clausura.

Esa dificultada ya la habían experimentado otras instituciones femeninas, como, por ejemplo, la Compañía de María.

Viendo el santo las dificultades, cambió su primer plan, y así, por un Breve del papa Paulo V de 1618, el Instituto quedó constituido en “Orden religiosa con votos solemnes”.

El mismo San Francisco redactaría sus Constituciones, que recibirían aprobación pontificia de Urbano VIII en 1626.

Al morir San Francisco, Santa Juana Francisca completó la legislación con sus “Costumbres y Directorio” y sus “Respuestas” y dio un impulso extraordinario a la Orden.

A su muerte, en 1641, contaba ya ochenta y seis casas.

Su labor fue admirable.

Estableció pensionadas, donde recibía su formación una “élite” de la sociedad cristiana, y se distinguió siempre por su espíritu de caridad. Pronto se extendería por Italia, España, Bélgica, Alemania, Polonia, América, Asia.

En el siglo XVIII contaba con más de ciento sesenta casas.

De esta Orden sobresaldrá, con el tiempo, Santa Margarita María de Alacoque (1690), alma privilegiada, confidentes de Jesucristo en sus frecuentes apariciones e instrumento suyo en la introducción de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.