Como ya vimos en su momento, para el movimiento trasnhumanista, el siguiente paso de la evolución de la humanidad es una combinación entre humano, tecnología y ciencia: el HUMANO AUMENTADO.
El hombre potenciado, extendido, o aumentado, va a ser un humano que integrará en su vida diaria todos los avances tecnológicos, lo que le dotará de unas capacidades inimaginables en ese momento.
Los transhumanistas afirman que, sin con las habilidades humanas se ha llegado hasta aquí, con las nuevas tecnologías no sabemos adónde llegaremos.
El futuro del hombre se dibuja casi con superpoderes gracias a las biotecnologías exponenciales.
Así, en los próximos años veremos un conjunto de tecnologías y ciencias orientadas a mejorar las habilidades y reforzar nuestras debilidades. Además, impactarán en diferentes áreas de nuestra vida incrementando la productividad, ayudándonos con nuestra salud y optimizando, por ejemplo, el rendimiento deportivo.
Tecnologías como la realidad aumentada y la realidad virtual, la biometría, los exoesqueletos, los dispositivos “wearables” o la computación afectiva empiezan a formar parte de nuestras vidas. No tendrían por qué ser malos en sí mismos.
Sin embargo, cuando estos megapoderes sean usados para el control, la alienación, la explotación, el aumento de las desigualdades, la pérdida de la libertad y la dignidad intrínsecas del ser humano, así como para desconectarlo de su dimensión espiritual, entonces podemos afirmar que dicho humano aumentado, en realidad, se habrá deshumanizado.
Para los cristianos, hay unos “superpoderes” que nos vienen donados por parte del Espíritu Santo que nos cristifica, o nos transforma en Cristo, tomando posesión de las distintas dimensiones de la personalidad.
Esos superpoderes son los dones y carismas que nos otorga Dios por medio de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Estos dones y carismas son bendiciones especiales que aumentan nuestras capacidades naturales hasta extremos nunca aventurados.